Wednesday, May 30, 2007

PELÍCULAS INCREÍBLEMENTE EXTRAÑAS



8. 2000 MANÍACOS (1964)
Bucear en la filmografía de Herschell Gordon Lewis es por definición un pasatiempo más propio de un arqueólogo que de un cinéfilo. La importancia capital de este hombre en la historia del cine se reduce única y exclusivamente a un factor muy circunstancial: él fue el primer director de cine gore, tal y como lo entendemos. Fue el que uso por primera vez esa palabra para vender películas repletas de sangre, visceras y cachondeo barato, y fue también el primero que realmente se atrevió a rodarlas. Ya hablamos de él en este otro post, y como bien decíamos allí, su última película antes de cerrar el chiringuito, que fue THE GORE GORE GIRLS, ya era anterior a otras obras que durante años han sido consideradas las pioneras del género, como LA MATANZA DE TEXAS o LA ÚLTIMA CASA A LA IZQUIERDA. Vamos, que Lewis ya estaba haciendo películas gore una década antes que Tobe Hopper o Wes Craven, lo que ocurría era que como sus producciones eran cintas de exploitation ultra-baratas que se proyectaban fundamentalmente en drive-ins de la USA profunda, pues su vida fue limitada y efímera. Tras recorrer los circuitos obligados y espeluznar a los correspondientes teenagers que se daban el lote en el asiento trasero de un Pontiac, las pelis de Lewis se archivaban en un polvoriento armario y se dejaban morir de asco, puesto que nadie se imaginaba que semejantes majaderías fílmicas fueran a cobrar valor alguno en el futuro por parte de entusiastas y coleccionistas, como así ha sido. En todo caso, hay que insistir en que la diversión inherente a sus obras es esencialmente arqueológica, y que el encanto de estas cintas es puro camp, porque las pelis en cuestión son obviamente una mierda, hechas con malos actores, aún peores guiones y paupérrimos presupuestos. Eso sí, la que hoy nos ocupa es probablemente la mejor de todas las pelis gore que rodó Lewis, la que exhibe una mayor factura y una mayor disponibilidad de medios (al menos aparentemente), la más cachonda, la que tiene un guión más original, y la que está mejor fotografiada en escenarios naturales mucho más vistosos que el habitual decorado diáfano de todos sus films.

2000 MANÍACOS pertenece a la primera época de Lewis como cineasta de género, concretamente a la época en que fue socio del mítico exploiter Dave Friedman. El tandem Lewis-Friedman se convirtió en sinónimo de películas baratas, salvajes y divertidas. Juntos perpetraron nudies y sexploitations de títulos tan sugerentes como GOLDILOCKS AND THE THREE BARES o BELL, BARE AND BEAUTIFUL, hasta que un buen día vieron que el mercado estaba saturado de pin-ups en pelotas luciendo lencería de encaje e idearon la nueva baza de los surtidores de sangre y la casquería a lo bruto. Este filón les dio buenos resultados comerciales, si bien sus colaboraciones en el género apenas fueron tres (la hoy llamada Blood Trilogy), porque luego Friedman se siguió dedicando a explotar el sexo y el despelote, y Lewis se asoció con otros productores con los que siguió haciendo películas de terror sangriento. De las tres pelis generadas por tan fértil colaboración, la primera, BLOOD FEAST, es famosa por ser, precisamente, la primera de su especie, la obra seminal de la que surgió todo. La segunda, que es la que ahora nos ocupa, es famosa por ser la mejor, la más divertida y la más enloquecida. La tercera, COLOR ME BLOOD RED, no sé muy bien por qué es famosa, o quizás no sea famosa en absoluto, porque está bastante claro que es la peor de las tres.


Pero bueno, sea como sea, ver hoy en día 2000 MANÍACOS es un divertimento perfectamente adecuado para cualquier rato de aburrimiento vespertino con unas cervezas y pocas ambiciones cinematográficas. Atención al argumento: en algún lugar remoto al sur de la línea Mason-Dixon, unos rednecks con peto vaquero y sombrero de paja subidos a un árbol se dedican a vigilar la correspondiente carretera comarcal con unos prismáticos a la espera de que pase algún vehículo que sirva a sus propósitos. Cuando ven llegar alguno con matrícula de algún estado del norte, ponen la típica señal falsa indicando un presunto desvío obligatorio a la derecha, forzando a los viajeros a cambiar de dirección. Así es como logran reconducir los destinos de seis personas hacia la bonita localidad de Pleasant Valley, Georgia, donde son recibidos con fanfarrias, banjos y algarabía multitudinaria por los habitantes de tan ilustre municipio. Allí llegan por un lado dos parejas jóvenes que viajan juntas en un coche, y por otro lado la pareja protagonista encarnada por el omnipresente Bill Kerwin (que sale en todas las putas películas de Lewis) y la ex-conejita de Playboy Connie Mason (que repite papel de bombshell asesinable tras su participación en BLOOD FEAST), que en realidad no se conocen pero viajan juntos, porque la Mason ha recogido a Bill Kerwin en la carretera después de que éste tuviera una avería con el coche cuando se dirigía a una convención sobre enseñanza en Atlanta. Estos seis forasteros son recibidos con todo tipo de honores por los lugareños, lo que incrementa la estupefacción de los viajeros. Al parecer, el pueblo está en fiestas, inundado de pancartas, banderines con la bandera sureña y música en la calle, y el alcalde en persona (un Jeffrey Allen absolutamente inolvidable e icónico a más no poder) les invita a quedarse un par de días en Pleasant Valley como invitados de honor. Les informa de que no deberán pagar absolutamente nada, que serán los invitados, y que les invitarán a una barbacoa especial que sólo se celebra una vez cada cien años.


Lo que los turistas no saben, claro, es que en realidad lo que se celebra es el centenario de la batalla de Pleasant Valley, uno de los últimos enfrentamientos de la Guerra Civil Estadounidense, en el que el pueblo en cuestión quedó totalmente arrasado por las tropas de la Unión, que mataron a todos sus habitantes. Y lo que tampoco saben es que la celebración, además de en una barbacoa, consiste también en una sangrienta venganza contra los yanquis por sus despiadadas acciones pasadas, y que precisamente ellos van a participar en la barbacoa, aunque no precisamente como comensales. Uno tras otro, los confiados "invitados de honor" del pueblo van siendo objeto de la ira de los paletos sureños, los dos mil maníacos del título (que bueno, en realidad son aproximadamente una veintena de maníacos y va que chuta, pero ya se sabe, una película llamada "25 maníacos" no habría atraído tanto público al autocine). Los atolondrados visitantes van siendo asesinados de forma acorde con las tradiciones festivas del sur, todas ellas tan descabelladas, bizarras y circenses como cabría esperar: a la primera la cortan en pedacitos con un hacha y la sirven como cena en la barbacoa; a otro lo emborrachan con whiskazo de alambique en tazón de chapa y lo invitan a participar en un rodeo con caballos, de tal suerte que acaba con un caballo atado a cada pierna y a cada brazo, que al ponerse a trotar lo desmiembran por todos lados (bueno, en realidad apenas vemos un par de caballos y como de pasada, debe ser que no llegaba el presupuesto para el ganado equino); a otro lo meten en un barril con clavos afilados y lo despeñan rodando ladera abajo en plan bestia; a otra la atan a una tabla justo debajo de una plataforma de gran altura que sostiene un pedrusco gigante de cientos de kilos de peso, y luego la población se pone a tirar pelotazos a una diana como en las tómbolas de los monos tratando de desequilibrar el artilugio para que la roca caiga y aplaste a la muchacha (lo consiguen, claro). Y así sucesivamente. Como es lógico, y antes de que todos hayan muerto, Bill Kerwin ya se empieza a oler la tostada y se da cuenta de que tienen que escapar de allí, por lo que huye de sus anfitriones y declina amablemente esas muestras de hospitalidad sureña. Pero claro, los rednecks enloquecidos de esta "Deep USA Town" no se lo van a poner fácil, y van detrás de los protagonistas en plan salvaje a cobrarse la venganza por las implacables masacres decimonónicas de sus ancestros.

Los personajes que pueblan Pleasant Valley son directamente de carícatura de tebeo, empezando por el alcalde, el auténtico gordo con gorro de cowboy pero en plan elegante, como si fuera un pastor baptista, y venga a echar risotadas y gritos. Yo es que no puedo ver a Jeffrey Allen sin empezar a descojonarme, no me extraña nada que Lewis explotara el filón y lo sacara haciendo papeles similares en otras películas, sobre todo en el ciclo hillbilly, con títulos como MOONSHINE MOUNTAIN o THIS STUFF'LL KILL YA!. Luego está la pareja de paletos del peto y el gorro, encarnados por Ben Moore y Gary Bakeman, también habituales del cine de Lewis, con esos acentorros del sur que no les entiendes una puta mierda, y el eterno guaperas interpretado por Mark Douglas, que trata de camelarse a las féminas del grupo para luego someterlas a crueldades varias (no es casual que acabe tragado por las arenas movedizas). En el apartado femenino tenemos a la hermosa Linda Cochran, presencia habitual en las producciones de Friedman, y que aquí más que una mujer sureña parece salida de la cantina de un mexi-western, y a la risueña Candi Conder, que también salía en COLOR ME BLOOD RED y que aquí apenas aparece en la recepción del hotel metiendo clavijas en el panel telefónico. El resto del personal está compuesto, absurdamente, por la propia población local del pueblo en el que rodaron la película, que no es otro que St. Cloud, Florida, un pueblillo que está a tiro de piedra del actual Disneyworld. Al parecer, Lewis se presentó en el pueblo con un buen puñado de dólares y les dijo a las autoridades que querían rodar allí una película y que apenas estarían una semanita, ante lo cual nadie tuvo impedimento en cederles el hotel, las calles, la figuración y lo que hiciera falta. Por lo que cuenta el director en el audiocomentario del DVD americano, los lugareños estaban emocionadísimos de que por primera vez en la historia del pueblo se rodara allí un largometraje, y se prestaban voluntariamente a salir haciendo bulto, bailando, agitando banderines de fiesta y desfilando por las calles, aunque según Lewis, si hubiesen sabido en qué tipo de película iban a salir seguramente se habrían mostrado menos dispuestos (les hicieron creer que era simplemente algún tipo de comedia costumbrista rural o algo). Esto evidentemente influyó en la producción, dado que pudieron rodar escenas enteras con figurantes gratuitos en plena calle, cosa que en las exploitation-movies no era muy habitual (a veces la norma era rodar directamente en la puta calle sin permiso ni nada con la gente pasando y mirando a cámara estupefacta).


A pesar de ser teóricamente una película gore, y de estar catalogada en todas partes en el género de terror, la película está más cerca del ciclo hillbilly de Lewis que del cine de terror o misterio. La atmósfera oscura y tenebrosa brilla por su ausencia. Aquí todo sucede a pleno día y en mitad de soleadas localizaciones, y siempre en un ambiente de jolgorio y fanfarria amenizado por la música hillbilly, el bluegrass, y los llamados Pleasant Valley Boys dándole al banjo y a la guitarra (los amantes del tipo de música que sonaba en O BROTHER disfrutarán sin duda de los temas musicales). En su día tuvo que ser difícil encajar este film en algún género concreto, porque es evidente que no es de terror. Es más bien una comedia, pero en aquella época era inconcebible que en una película de risa salieran escenas de violencia brutal, desmembramientos, asesinatos y vísceras colgando. Pero eso es lo que es, y nada más. Ya desde el principio nos lo dejan claro, con esos personajes que espían la llegada de posibles coches, riendo y gesticulando como secundarios exagerados de alguna screwball comedy. Y pertenece también al terreno de la fantasía casi de Lewis Carroll, con ese pueblo fantasma que aparece de la nada un solo día cada cien años en esa especie de dimensión desconocida en la que puedes quedar atrapado, como en BRIGADOON, o como ese oasis onírico que aparece al final de KAFKA EN LA ORILLA. En esta mezcla de géneros la película fue claramente pionera.


Lo que más me llama la atención de las primeras películas de Lewis es que, a su manera, establecerían casi sin quererlo todos y cada uno de los clichés que luego se desarrollarían más en profundidad en el cine de terror moderno. Si BLOOD FEAST inauguró la tradición del asesino loco sanguinario, del "killer on the loose", 2000 MANIACOS apuntaba ya otros temas omnipresentes como el de los turistas desorientados e incautos que se quedan tirados en el típico Nowheresville, USA en mitad de la nada y tienen que vérselas con lugareños perturbados (aún tendría que pasar una década entera antes de que el americano medio viera llegar cosas como LA MATANZA DE TEXAS o LAS COLINAS TIENEN OJOS). No es que Lewis y Friedman usaran clichés porque fueran exploiters, sino que ellos mismos los crearon. En aquellos tiempos, no existía una tradición previa de este tipo de películas, y por lo tanto todo se lo sacaron de la manga sobre la marcha. Nunca pretendieron que sus nombres fueran conocidos, ni que sus historias tuvieran vida más allá del año o año y pico que tardaban en completar la tournée por todos los cines de programa doble del circuito de distribución que manejaran. Y sin embargo, muchos años después, ya retirados del oficio, unos Lewis y Friedman ya jubilados contemplan atónitos como, a pesar de todos los avances y mejoras realizadas en el cine de género, sus películas se siguen proyectando en pantalla grande en todo tipo de convenciones, ciclos y maratones nocturnos, en los que incluso se requiere su presencia para firmar autógrafos y contar anécdotas de aquellos felices años del cine de derribo ante cientos de espectadores ávidos de rastrear el turbulento pasado del cine popular norteamericano. Las salas de cine de los centros comerciales se llenan de cintas de terror destinadas a la juventud que no son sino versiones amplificadas de los lugares comunes que ellos mismos idearon. Incluso en nuestra limitada geografía, Alex de la Iglesia declaraba en los inicios de su carrera su intención de rodar un remake de 2000 MANÍACOS que se titularía 2000 VASCOS, y que estaría ambientado en los años sesenta, con unos españolitos del tardofranquismo que viajan a Francia en coche para ver EL ULTIMO TANGO EN PARIS y se ven atrapados en un extraño pueblo lovecraftiano cuyos desquiciados habitantes los van asesinando según las tradiciones de las fiestas populares vascas: a uno lo emplumaban y lo estrangulaban como a los gansos de Lekeitio, a otro lo partían a hachazos unos aizkolaris, etc. (por cierto, que no es la única referencia a Lewis en los proyectos de este hombre, puesto que ya en los créditos de su cortometraje MIRINDAS ASESINAS usaba como banda sonora la pista de sonido de la primera escena de BLOOD FEAST).

Pero volviendo al hilo de la cuestión... ¿qué posibilidades tiene hoy usted de llegar a ver 2000 MANÍACOS? Pues por oscura que parezca la película, lo cierto es que bastantes. Está editada en DVD en todas partes en ediciones mejores y peores, está hasta doblada al castellano, y por supuesto puede uno bajársela de la mula, el torrent y demás con total impunidad. Vamos, una distribución tan amplia que ni de coña habrían imaginado Lewis y Friedman hace cuatro décadas. También es cierto que es la única película de Lewis editada en España, y que el resto de sus títulos son bastante más jodidos de localizar. La mejor opción es sin duda la edición norteamericana de mi adorado sello Something Weird, que no sé cómo se las apaña siempre para obtener transfers estupendos de películas cuyas copias debían de estar sin duda en un estado absolutamente lamentable. De todos modos, el transfer es lo de menos, porque en la edición británica de Tartan es el mismo, y en la española de Manga Films ya no lo sé, pero es muy probable que también (a juzgar por los extras parece que han calcado la de Tartan). Lo que realmente importa de la edición americana, al igual que en todas las ediciones de películas de Lewis facturadas por el sello del gran Mike Vraney, son los apasionados audiocomentarios que Lewis y Friedman incluyen en ella. En compañía del propio Vraney (enciclopedia andante de la historia del exploitation donde las haya) y del productor y propietario de los derechos originales Jimmy Maslon, estos viejos zorros del negocio del cine de consumo rápido van desgranando una a una todas las anécdotas, recuerdos y datos olvidados del rodaje en aquel pueblo de Florida, entre risas y chistes cómplices. Un documento valiosísimo para el aficionado que no está incluido en ninguna otra edición, y que, como pasa con los audiocomentarios de todas las películas rodadas con cuatro duros, es siempre mucho más divertido e interesante que el de cualquier clásico de filmoteca a cargo del crítico o "film historian" de turno. Además, va en zona 0, e incluye tomas de ensayos y rodajes, trailers y abundante material gráfico rescatado de los archivos de Dave Friedman. Para quienes no hayan tenido nunca ningún contacto con el cine de estos pioneros del gore, este film es un perfecto punto de partida que sin duda sorprenderá para bien o para mal a sus amistades y desatará las risas y el jolgorio entre la concurrencia.


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Monday, May 28, 2007

EL GOLPE DE LA LUFTHANSA (2/4)


3.
La policía no se equivocaba. Había un topo en la Lufthansa. En realidad, había más de uno, pero uno en concreto había sido el detonante de la operación: Louis Werner, empleado de la compañía y ludópata con eternos problemas de deudas. Él fue quien lo inició todo. Para él no tenía nada de extraño tener que vivir por encima de sus posibilidades, pero en aquel momento debía un total de 18.000 dólares a los corredores de apuestas y empezaba a verse con el agua al cuello. Téngase en cuenta que hablamos del típico americano de a pie con mujer, tres hijos, una querida, una hipoteca, un préstamo ilegal pendiente de pago y un sueldo de unos 15.000 dólares al año, lo cual, dada su poco recomendable costumbre de fundirse 3.000 dólares diarios en apuestas, ocasionaba que anduviera siempre con algún acreedor pisándole los talones. Este buen hombre ya había dado antes algún palo a la compañía. Concretamente dos años antes, en el 76, y en colaboración con otro empleado de la aerolínea llamado Peter Gruenwald, que se encargaba de controlar los cargamentos enviados al extranjero en el aeropuerto JFK. Werner y Gruenwald habían mangado un envío de marcos alemanes de la terminal de carga por valor de 22.000 dólares, y con la ayuda de un amigo de Werner (en realidad un amigo peculiar que se estaba tirando a su mujer a sus espaldas) lo fueron cambiando en diferentes bancos de Manhattan, siempre en cantidades inferiores a 500 dólares, para no despertar sospechas. Aunque se abrió una investigación en la que Werner fue en todo momento el principal sospechoso, no se pudo probar nada y la compañía tuvo que seguir teniéndolo en nómina. El caso es que ahora, ahogado de nuevo por las deudas, Werner le propuso a Gruenwald un nuevo golpe, pero Gruenwald pasaba de jugarse de nuevo el pellejo para sacar en limpio su triste comisión de 5.000 dólares. No merecía la pena jugarse tanto por tan poco, así que le dijo a Werner que sólo entraría en el ajo si se trataba de "algo grande". Así que Werner empezó a planear el robo de uno de los cargamentos de dólares que procedían de Alemania. Gruenwald se encargaría de elaborar el plan del atraco y de contratar a los hombres para llevarlo a cabo, y Werner, gracias a su cargo de supervisor, les proporcionaría un plano detallado de las instalaciones, los horarios del personal y un croquis con el funcionamiento exacto del sistema de alarmas.


Hasta aquí la idea inicial. Pero claro, el tiempo pasaba y los acreedores iban apretándole las tuercas a Werner cada vez más, y Gruenwald no conseguía dar con profesionales que cometieran el atraco, así que Werner decidió acelerar el proceso por su cuenta: en vez de robar el dinero, acudiría a uno de sus principales corredores de apuestas, Martin Krugman, a quien debía bastante pasta, y le daría el soplo para que fuera él quien organizara el golpe. Werner sabía que Krugman tenía tratos con la mafia y que podía conseguir gente que lo hiciera. Además, él les proporcionaría desde dentro toda la ayuda que necesitaran y sólo se llevaría una comisión del 10%, con la que sin duda podría pagar la deuda que tenía con Krugman (en un principio no se sabía cuánto dinero habría en cada cargamento, pero Werner había calculado que serían unos 2 millones de dólares, por lo que era previsible que con ese porcentaje pudiera liquidar sus deudas). Lo que Werner no sabía era que Krugman no era en realidad un mafioso de mucha enjundia, sino un simple wannabe que tenía negocios con algún miembro de la familia Lucchese, pero que en general ni siquiera les caía bien a sus hombres más influyentes. Martin "Bug Eyes" Krugman era el típico pesao que andaba siempre merodeando por los restaurantes y garitos en los que se reunía la banda de Paul Vario, haciéndose el colega enrollao a ver si trepaba algo en el área de influencias de gangsters importantes como Vario o Jimmy Burke, aunque fuera por accidente. Para que le pongáis cara, es el personaje que interpreta Chuck Low en UNO DE LOS NUESTROS (aunque le cambian el nombre por el de Morris Kessler), el gordo de la tienda de pelucas que está toda la película dándole el coñazo a De Niro. Bueno, pues ese. En la realidad, era un tío más bien delgado, calvo y prematuramente envejecido, que además de sus tiendas llevaba un garito clandestino de apuestas del que la mafia se llevaba una comisión a cambio de ofrecerle protección. Cuando Krugman recibió el soplo, no tardó en ir corriendo donde Henry Hill, el gangster con el que más confianza tenía, a contarle la buena nueva, imaginamos que con la esperanza de ganarse la confianza de la familia. En cuanto se enteró, Hill se puso en contacto con Jimmy Burke, que sería quien se encargaría de planear realmente el golpe.

4.
Hill y Burke eran en realidad integrantes de una banda de mafiosos conocida como la banda del Robert's Lounge, restaurante que era propiedad de Paul Vario y en el que se solían reunir los hampones en cuestión. Vario era un capo importante de la familia Lucchese, una de las principales familias de la mafia de Nueva York, por lo que se podría decir que la banda del Robert's Lounge era en realidad una ramificación de la familia Lucchese, aunque ninguno de sus integrantes fuera realmente miembro de la familia. A partir de aquí todo os tendría que sonar porque estamos hablando de los personajes que salen en la película: Vario toma el nombre de Paulie Cicero (encarnado por Paul Sorvino), y Jimmie Burke el de Jimmie Conway (Robert De Niro). El de Henry Hill (Ray Liotta) permanece tal cual, puesto que él mismo colaboró en el film y hasta ha acabado haciendo negocio con el film como reclamo autobiográfico, tal y como podéis ver en esta web, en la que hasta vende camisetas y gorras con el título de la película. El DVD de la edición especial de Warner hasta contiene un audiocomentario de la peli con el propio Hill y el agente del FBI que se encarga de su custodia, no os digo más.


Hill, Burke y el resto de la banda se dedicaban, bajo el beneplácito de Vario, a negocios lucrativos de la más variada índole, tales como el chantaje, la extorsión, el robo a mano armada, el asesinato, el secuestro, el soborno o el cobro a morosos con métodos no precisamente muy diplomáticos. Al igual que en las películas, ellos vivían así los siete días de la semana de forma cotidiana. Esa era su profesión, la de gángster. Se dedicaban a eso a tiempo completo y no se planteaban ser ninguna otra cosa. Aunque Hill sea el protagonista de la película, y la figura central a través de la cual conocemos al resto de la banda, en realidad no tuvo mucho que ver con el robo de la Lufthansa. De hecho, ni siquiera participó en él, que se sepa. Le dio el soplo a Burke y él se encargó de todo.

Burke, aka "Jimmy the Gent", era el equivalente más cercano al arquetipo del self-made man que pueda encontrarse en el mundo del hampa. De todos los que salen en la película, su personaje es probablemente el más fiel al modelo original. Tras una infancia repleta de desgracias dickensianas, de recibir malos tratos, de entrar y salir de orfanatos y correccionales, y de juntarse con todo tipo de lacras sociales, Burke se ganó su reputación de caballero de honor, curiosamente, en prisión. Lo detuvieron en Brooklyn a los 18 años por tratar de cobrar cheques falsificados. La policía lo apaleó y lo torturó para que delatara a los mafiosos para los que trabajaba, pero Burke no abrió la boca. Estuvo cuatro años en el penal de Aurburn, donde fue una figura muy respetada, pues se rumoreaba que tenía contactos con grandes capos de la mafia. Y aunque en aquel momento no fuera cierto, lo acabó siendo. La reputación de hombre leal sin piedad alguna le acompañó durante toda su vida. Se rumoreaba que había cortado en pedazos al ex-marido de su novia y repartido los cachos por la ciudad, sólo porque éste la rondaba. Se decía que había puesto a sus hijos nombres de asesinos famosos, que era el típico hombre que aplaudía en el cine cuando el malo mataba a algún personaje inocente. Era un mito viviente, un héroe del mundo del crimen, admirado y temido al mismo tiempo. Durante los años 60, su principal oficio era el secuestro y el sabotaje. Contrataba a estibadores para que lo ayudaran a interceptar los cargamentos que iban camino del aeropuerto JFK (entonces Idlewild), y disfrutaba con las cargas que robaba como si fuera un niño abriendo sus regalos de Navidad. Era un ladrón vocacional, alguien que disfrutaba realmente de su oficio, como si para él no fuera más que un juego en el que sabe que es bueno y que puede ganar con facilidad. A pesar de lo cual, la gente lo veneraba cada vez que entraba en algún garito ilegal de apuestas y se ponía a repartir propinas a todo el mundo, empezando por el tío que le abría la puerta y terminando por el camarero o el croupier. Confiaba tanto en sí mismo que le parecía imposible que sus planes fracasaran, y el robo de la Lufthansa no fue una excepción. Henry Hill lo describía con estas palabras: "La mayoría de los ladrones solían quitarle el carné de conducir al conductor del trailer a modo de advertencia. Así el camionero sabe que tú sabes dónde vive, y que si colabora demasiado con los polis o con la compañía de seguros puede tener problemas. Pero a Jimmy lo consideraban todo un caballero porque solía quitarles el carné de conducir de la cartera, como hacía todo el mundo, sólo que dejando un billete de 50 dólares en su lugar por las molestias. No imaginas cuántos amigos hizo en el aeropuerto sólo con eso. La gente lo adoraba. Los conductores solían dar el chivatazo a sus hombres cada vez que traían un cargamento valioso. La cosa se puso tan fea que los polis llegaron a enviar a todo un ejército para detenerle, pero no consiguieron nada, porque Jimmy plantaba cara a los polis y los convertía en sus socios. Jimmy era capaz de corromper a un santo. Decía que sobornar a los polis era tan fácil como dar de comer a los elefantes en el zoo: 'Lo único que necesitas son cacahuetes'."


El resto de los miembros de la banda del Robert's Lounge serán también de sobra conocidos para quienes hayan visto el film de Scorsese: Robert "Frenchy" MacMahon (interpretado por Mike Starr en la peli), un ex-empleado de Air France que daba soplos a Burke a cambio de una comisión, y que finalmente se asoció con él como contable y consejero financiero; Joseph "Joe Buddha" Manri (Clem Caserta en la peli), un hispano gordo que era compañero de piso y de juergas de MacMahon; Angelo Sepe, un ratero con un largo historial criminal y veterano de varias prisiones y correccionales; Stacks Edwards (Samuel L. Jackson en la peli), que no pertenecía realmente a la banda, pero que actuaba como músico de blues en el Robert's Lounge y prestaba servicios ocasionales para la banda, como chófer o recadista, siempre cobrando sus trabajos en especie con cargo a las partidas de mercancías robadas; Louis Cafora, un mafioso glotón que lideraba una red de narcotráfico y que pesaba unos 135 kilos; y como no, el ilustre Tommy de Simone (Joe Pesci en la peli, bajo el nombre de Tommy DeVito), que en la realidad no se parecía en nada a Pesci y sí a Errol Flynn, pues era un tío guaperas, alto y elegante que se las llevaba a todas de calle, aún siendo calcado a su personaje en cuanto a su carácter impulsivo e irascible de gatillo fácil. Todos ellos serían los encargados de llevar a cabo el golpe de la Lufthansa. Cinco de ellos, junto a otro miembro de la familia Gambino llamado Paolo LiCastri, formarían el equipo de seis hombres enmascarados que robaron el botín, mientras que Edwards se encargaría posteriormente de deshacerse de la furgoneta, y Jimmy Burke de proteger el dinero y asignar a cada uno su parte. Pero aunque tras la huida de la terminal de carga pareciera que todo iba como la seda, Edwards cometió un error garrafal al deshacerse de la furgoneta. Un error que activaría la fatal sucesión de asesinatos que irían encadenándose de forma trágica, como una macabra caída de piezas de dominó en la que cada pieza incriminatoria empujara a la siguiente, desconcertando por igual a la policía y a la ciudadanía de Nueva York.


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Thursday, May 24, 2007

EL GOLPE DE LA LUFTHANSA (1/4)


1.
Reconozco que me fascinan las historias y crónicas periodísticas de las auténticas superstars del mundo del crimen. No me refiero sólo a los típicos psycho-killers famosos tipo Ed Gein, Charles Manson y compañía, sino a esas figuras legendarias del hampa, del crimen organizado, del fraude y del timo... En general, todo tipo de historias relativas a famosos ladrones, asesinos, gangsters, timadores, falsificadores y genios del Mal, así como a casos concretos que han pasado a la historia del crimen, como puedan ser los grandes robos perfectamente planificados, las conspiraciones criminales más enigmáticas, los asesinatos sin resolver... Mientras que en los países anglófonos, sobre todo en la pérfida Albion, gozan de toda una tradición bibliográfica dedicada a estos temas, con publicaciones especializadas y secciones enteras de las librerías dedicadas exclusivamente a este tipo de libros de género "True Crime" (cuando no librerías enteras especializadas en el género, como aquella londinense que había en su día en Charing Cross), en España parece que nadie se interesa por este tipo de asuntos, excepción hecha de la vertiente chabacana española del amarillismo más rancio, en plan Paco Pérez Abellán y autores similares. Pero nunca escritores que hagan una labor de investigación más o menos currada y que sepan narrar estas crónicas de forma mínimamente apasionada. Y es por ello que, me van a disculpar, pero a veces me apetece currarme alguna de estas crónicas para este humilde blog, aunque sean simples versiones resumidas y traducidas de los tochos que publican autores norteamericanos y británicos. Ya hablé por aquí de algún que otro estafador, y ahora, tras quedarme embobado como de costumbre viendo fragmentos de UNO DE LOS NUESTROS, me ha dado la venada de hablar del célebre Robo de la Lufthansa.


Cuando fue cometido, en 1978, fue el mayor golpe de la historia de Estados Unidos, es decir, el golpe en el que más pasta se mangó en un solo atraco. Nada menos que 5 millones de dólares en dinero y otros 800.000 dólares en joyas, más o menos. El caso se aclaró bastante rápido, no había mucho misterio en lo que había pasado, y sin embargo, nunca jamás apareció ni un solo céntimo del dinero robado. Lo que sí apareció poco a poco fueron los cadáveres de los hampones implicados en el robo. Fueron apareciendo durante años, uno tras otro, hasta el punto de que exceptuando a Louis Werner (el típico pringao cabeza de turco que siempre se lleva la parte mala de este tipo de fregaos), nadie fue condenado jamás por el robo de la Lufthansa, ya que a medida que se iban identificando posibles culpables, o simplemente posibles informantes que pudieran facilitar información al FBI, éstos iban apareciendo fiambres en algún descampado de Queens con un tiro en la sien, o directamente se esfumaban sin que nunca hayan vuelto a aparecer. Se cree incluso que más de un asesinato sin esclarecer registrado en Nueva York por aquellas fechas estaba en realidad relacionado con el robo. ¿Qué fue lo que sucedió en realidad? ¿Por qué había tanta gente implicada y quién se los estaba cargando? ¿Dónde estaba el dinero robado? ¿Quién planeó el golpe? El robo de la Lufthansa es una de esos fascinantes episodios de la Historia del Crimen en los que el robo en cuestión no es tan interesante como la historia de las personas que estuvieron detrás. Scorsese supo verlo, y consagró una de sus mejores películas a retratarlas, pasando de puntillas por el robo propiamente dicho, que apenas figura en la película salvo como mero macguffin para desencadenar el deterioro de las relaciones entre los personajes y la trágica espiral de violencia y traición que caracterizaba a ese submundo neoyorquino que, aunque parezca cosa de las películas, existió realmente tal cual. Aquí y ahora yo intentaré resumir un poco cómo sucedió todo el tomate, aunque siendo el tocho que es, he decidido dividirlo en cuatro posts para no suscitar el odio y la ira de los lectores.

2.
El lunes 11 de diciembre de 1978, aproximadamente a las tres de la madrugada, una furgoneta aparcó delante de la terminal de carga de Lufthansa, en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy de Nueva York. Era la hora del bocadillo y los empleados de la terminal se ausentaban de sus puestos y se iban a tomar café y sandwiches a una especie de comedor que tenían allí. Que vale que tampoco eran horas, a las tres de la mañana, pero la gente que hace el turno de noche se acostumbra, suponemos, a estas cosas. El propio guarda de la terminal también se había ausentado de su garita, con idénticos propósitos. Cuatro hombres vestidos de negro descendieron de la furgoneta y entraron en el edificio. Todos llevaban máscaras negras de esquí. La furgoneta entonces prosiguió su camino, dio la vuelta por detrás del edificio y se topó con una puerta cerrada con candado. Un quinto hombre vestido de negro se apeó con unos alicates y rompió la cadena para poder abrir la puerta. A continuación metieron la furgoneta dentro y volvieron a cerrar la puerta reemplazando la cerradura inicial por otra, pero dejándola abierta. Un poco después, un Buick último modelo entró en el aparcamiento de la terminal y se quedó allí estacionado con las luces apagadas.


Mientras tanto, dentro del edificio, John Murray, un veterano agente de aduanas, estaba echando una cabezadita en su puesto y no vio llegar a los cuatro hombres. Estos lo capturaron y lo llevaron por la fuerza al comedor, donde había otros cinco empleados. Los intrusos obligaron a los cinco a tumbarse en el suelo boca abajo y con los ojos cerrados, y uno de ellos acompañó a Murray a su despacho para que hiciera una llamada telefónica. Dado que faltaban tres empleados, que al parecer se hallaban en el almacén, Murray telefoneó allí y le dijo al director de planta que bajara para atender una llamada urgente de Frankfurt. El director de planta acudió a coger la presunta llamada telefónica y se encontró con un panorama de lo más preocupante: seis de sus subordinados tumbados en el suelo boca abajo, y unos tíos enmascarados apuntándole con armas. Le preguntaron cuántos empleados más había en la terminal, y dónde había ido el guardia de la entrada. Al principio el tío se hizo el longuis y respondió con evasivas, pero en cuanto vio que su interlocutor sacaba una bonita escopeta recortada de doble cañón y que no albergaba precisamente intenciones muy amistosas se decidió a hablar. Faltaban tres hombres, dijo. Dos empleados de la Lufthansa y el guarda de seguridad. Así que los intrusos se pusieron a buscarlos por todo el complejo. Al segurata lo encontraron cotejando unos listados en el almacén, y se lo llevaron al comedor con el resto de sus compañeros. Los otros dos no aparecían por ningún lado, hasta que uno de los dos hombres que aguardaban en la furgoneta se presentó allí preguntando a ver qué cojones pasaba y por qué tardaban tanto, y ya de paso, informó de que habían capturado a los dos empleados de Lufthansa en el aparcamiento. De lo que no informó era de que al capturarlos, los muy cenutrios se habían quitado las máscaras "porque les daban calor", de tal suerte que uno de los dos empleados de Lufthansa, Rolf Rebmann, había visto la cara de uno de los intrusos. Para más inri, Rebmann era lo que llamaríamos un geek de los coches y el mundo del motor en general, por lo que reconoció enseguida el modelo exacto de la furgoneta en la que fue introducido a punta de pistola. El caso es que llevaron a los dos al comedor y completaron el staff de la terminal. Obligaron al director de planta a abrir la puerta de la cámara acorazada y metieron la furgoneta en el interior.

Se concentraron entonces en aquello que habían ido a buscar. Le dijeron al director de planta que conocían minuciosamente todo el sistema de alarmas del complejo y que no intentara engañarles. Le dijeron además que sabían su nombre y su dirección, y que en aquellos momentos otros dos hombres estaban en su casa y que habían tomado como rehenes a su mujer y a sus hijos. Si él no cooperaba daría la orden de que les hicieran daño. Esto último era mentira cochina, claro, pero al director no le pareció descabellado. Por cómo habían entrado en la terminal, era evidente que aquellos hombres disponían de información sobre el sistema de seguridad del lugar y conocían bien dónde estaba cada cosa y los horarios de los empleados. No habría sido extraño que tuvieran también sus datos personales e información sobre el sistema de alarma. Así que no le quedó más remedio que entregarles lo que le pidieron.


Aquellos hombres se llevaron exactamente 72 cajas de unos 7 kilos de peso cada una, repletas de billetes no consecutivos. Se trataba de dólares americanos cambiados en Alemania por turistas, diplomáticos y personal militar. Una especie de compilación de todos los billetes yanquis de curso legal que habían acabado en bancos y oficinas de cambio de la Alemania occidental. De vez en cuando, los teutones los enviaban a los States en cumplimiento de un acuerdo internacional relativo a las divisas, y se almacenaban allí en la terminal de carga hasta que pasaba el furgón blindado a recogerlos. No eran billetes emitidos en una serie determinada ni nada, sólo billetes sueltos al azar que habían ido cayendo por allá. En otras palabras, no se podía rastrear ni localizar de ninguna manera. Era obvio que los ladrones, que se llevaron el botín en la furgoneta, sabían que aquello estaba allí precisamente aquel día y estaban informados del funcionamiento del complejo. Todo apuntaba a que alguien les había dado el soplo.

Cuatro de los seis enmascarados huyeron en la furgoneta, y otros dos en el Buick, justo detrás, sin encontrar ningún tipo de obstáculo. Todo perfectamente limpio y sin pegar un solo disparo. Dejaron a todos los empleados esposados en el suelo boca abajo, excepto al director de planta, al que ataron las manos con cinta aislante. Se les dieron instrucciones para que cerraran los ojos y no los abrieran hasta pasados diez minutos. También les quitaron las llaves de sus coches, y al director de planta le robaron la cartera como advertencia de que a partir de ese instante tenían su identificación y sabían dónde vivía. Transcurridos los diez minutos, el director se deshizo de la cinta aislante, se levantó y telefoneó a las Autoridades Portuarias. Eran las cuatro y media de la madrugada. Él aún no lo sabía, pero acaba de cometerse el robo más grande la historia americana, y para el amanecer los cuatro cuerpos de policía que participaron en su investigación compartían ya la misma teoría sobre cómo había sucedido: era sin duda un trabajo organizado desde el interior.

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Wednesday, May 16, 2007

INFORMATION OVERLOAD

Sumidos en plena campaña electoral, leemos en la prensa que el ilustre Gáspar Llamazares, no contento con dar los mítines que le corresponden en nuestro plano de existencia, ha dado también otro en la realidad virtual. Concretamente en Second Life, esa versión del Metaverso que algunos indocumentados aún no sabemos muy bien ni cómo funciona. Al parecer, al mítin de este avatar de izquierdas han asistido, según nos informan, "un mínimo de 80 personas y un máximo de 89". Algo que a los analfabetos virtuales como nosotros nos parece que son algo así como cuatro pelaos insignificantes, pero que no, que según nos informan desde fuentes más documentadas, en realidad es "una participación equivalente a un mitin para 10.000 personas en la vida real". Esta equivalencia, que algunos no acertamos a saber muy bien cómo la calculan, podría ser simplemente un recurso exagerado para hacer ver ante los medios que las campañas propias tienen cierta influencia en la sociedad. Como apunta Escolar, es un poco como cuando el PP dice eso de que había dos millones de personas en la Castellana marchando contra el chantaje de la ETA. Y que conste que desde este blog no queremos en ningún caso confirmar la falsedad de estos datos, cuya realidad física desconocemos y no nos atrevemos a juzgar en grado alguno, claro está. Sólo hacemos hincapié en los extremos a los que nos lleva la bendita libertad de prensa mal entendida: a que hoy en dia, una vez que un medio de comunicación nos da la palabra, cualquiera de nosotros puede soltar alegremente el primer dato que se le pase por la cabeza. Es decir, no hablo ya de opiniones o juicios, sino de datos numéricos, estadísticos o incluso fórmulas económicas y científicas, cuando no directamente predicciones adivinatorias sobre acontecimientos futuros, como si tuviéramos a nuestra disposición el cacharro aquel de MINORITY REPORT. Lo mismo da que hablemos de las encuestas de las elecciones, del cambio climático, de la burbuja inmobiliaria o de lo que coño sea. Uno va y suelta alegremente el primer dato que se le ocurre, como pueda ser, qué sé yo, "el 50% de los menores de 30 años cobran menos del salario mínimo", o "el hielo de la Antártida podría derretirse en un 50% antes del año 2014". Y el que lo publica, por descontado, ni se molesta en contrastar mínimamente esta información.

Ayer mismo, sin ir más lejos, recibía en mi buzón noticias como las siguientes: "El 50% de la población sufre trastornos mentales" (sic), o "Un tercio de las familias gallegas no alcanzan a ser mileuristas", o "La vivienda de segunda mano disminuye un 18% de su precio", o "Internet podría quedar colapsada a finales de 2007" (¡horror! ¡Qué haremos entonces!). El caso es que estos son sólo cuatro titulares del mismo día escogidos al azar porque alguien los envío a mi correo, pero vamos, que si repasamos la prensa escrita y televisada encontramos muchísimos más sólo en un rápido vistazo. Y en un sólo día. Si miramos la prensa de hoy, encontraremos otro buen puñado de titulares del mismo pelo, y en la de mañana idem, y así hasta el infinito. Tal vez se trate simplemente del formato de comunicación necesario para conseguir transmitir la información a sus destinatarios de manera eficaz en esta época de alta precisión del conocimiento: lo que no lleva un número exacto delante no existe, no es nada. No sirve de nada decir algo como "Hay cada vez más casos de problemas de salud mental entre la población", porque eso es como no decir nada y no le interesa a nadie. Hay que decir que "el 50%" de la población tiene problemas de salud mental". Y bueno, quien dice el 50, bien podría decir el 45 o el 70, porque eso ya da un poco igual. La fiabilidad de los datos recabados (si es que realmente han sido recabados) es lo de menos, eso puede inventárselo uno directamente, igual que el número de asistentes a las concentraciones, o las equivalencias entre los votantes reales y los virtuales. Ni siquiera hace falta ser una autoridad en la materia ni saber de qué fuente proceden los datos, basta simplemente con estar en el púlpito adecuado en el momento oportuno para soltar la primera mamarrachada que a uno le apetece. Si va acompañada de cifras exactas, el lector/oyente da por sentado la existencia de una labor de campo previa. La presupone.


Lo absurdo de todo esto es que a medida que aumenta el bombardeo mediático diario de todo tipo de datos, estadísticas y cálculos numéricos, el período de vigencia que tienen estos llamados Information Snacks para el ciudadano de a pie disminuye aceleradamente. Quizás por ello no haga falta ninguna base para apoyar lo que uno sostiene: porque la vida que tienen estos datos en la mente de quien los recibe es tan efímera que para cuando te quieres dar cuenta ya ha habido otro que ha ocupado por la fuerza ese hueco del conocimiento con otro dato igual de irrelevante. En muchos casos, incluso puede tratarse del mismo dato manipulado primero por unos y luego por otros. O sea, que primero nos dicen que la capa de ozono se irá a tomar por culo en el 2020 y vale, nos lo creemos, pero al de un mes nos dicen que se irá a tomar por culo en el 2040 y nos lo volvemos a creer, borrando instantáneamente de nuestro cerebro todo rastro del dato anterior, como si nunca hubiera existido, y sustituyéndolo directamente por el dato nuevo. A partir de ahí, es como si la fecha de caducidad de la capa de ozono SIEMPRE hubiera sido el 2040. Como si al leer los titulares cada mañana el cerebro nos preguntara eso de "El archivo 'destrucción de la capa de ozono' ya existe. ¿Desea reemplazar el archivo?". Y es que siempre se ha dicho que los españoles tienen muy mala memoria, pero es que ahora cada píldora de conocimiento nos dura lo que dura el efecto, y hay que volver a consumir la dosis de información cada ocho horas. Y claro, cuando no hay con que rellenar la dosis, pues algo hay que poner. Incluso con los bocados informativos que realmente pueden ser importantísimos para la humanidad, el funcionamiento es el mismo: basta con dejar de hablar de ellos y el efecto se pasa solo. ¿Alguien se acuerda ya del Meteorito este atómico que dijeron hace un par de meses que igual se estrellaba contra la Tierra? Nadie. ¿Qué ha pasado? ¿Es que ya no hay meteorito? Pues no se sabe, pero como no se habla de él, pues como si no lo hubiera.

Esto nos lleva a la tremenda ironía que supone el que precisamente la época en la que disponemos de más datos precisos por minuto sobre el mundo que nos rodea sea la época en la que menos sepamos de todo. Como cuando estudias para un examen, te lees la primera lección y te das cuenta que te lo sabes de puta madre, pero cuando vas por la lección 47 te das cuenta de que no recuerdas absolutamente nada de las 46 anteriores. De este efecto anestésico provocado por la sobrecarga de información ya nos hablaba Miguel Ibáñez en su libro Pop Control (Glenat, 2000), con palabras más sabias que las mías: "Nuestra percepción de la realidad es cada vez más fragmentaria, gracias a (o por culpa de) entre otras cosas, las Tecnologías de la Información. Nuestra percepción se asemeja a las piezas de un puzzle que, a base de datos y referencias, van encajando hasta obtener una visión panorámica de algo: un paisaje, un objeto, una opinión, un criterio, una toma de postura. El problema surge cuando deliberadamente se nos escamotean piezas (se nos oculta información, se obvian datos o temas), piezas que pueden ser imprescindibles para que ese rompecabezas tenga sentido. O cuando las piezas no encajan, o son defectuosas, y quien nos las proporciona lo sabe: se nos falsea la información, se nos da información con una visión interesada de la realidad; la propaganda, la publicidad, muchos noticiarios o estudios académicos son ejemplo de ello (...) Un panorama granhermanesco que tendría su traducción en la Information Overload, la avalancha informativa inherente a la mediasfera, informaciones, estímulos, subestímulos, órdenes y contraórdenes que diariamente se nos vienen encima y que pueden invitar a la pasividad mental, al conformismo, y que en algunos casos pueden ser el paso previo a la ignorancia o a la credulidad más supina. La información como anestésico".

O como diría un filósofo: las estadísticas son como los biquinis. Lo que dejan ver es sugerente, pero lo realmente esencial es aquello que ocultan.

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Thursday, May 10, 2007

PELÍCULAS INCREÍBLEMENTE EXTRAÑAS


7. SUSPIRIA (1976)
Esta va a estar difícil. Pero antes o después tenía que salir, ¿no? Pero aun así va estar difícil, porque no es una peli ignota que uno descubre de puta casualidad. Es una película sobradamente reconocida, por un lado, y una de mis películas favoritas de todos los tiempos, por otro. Es mi película preferida de Dario Argento, dentro de la irracional obsesión que ya de por sí sufro con el cine de Dario Argento. Y es, casi con seguridad, una de las tres películas de terror que salvaría de la quema si sólo pudiera salvar tres. La he visto ya unas cuantas veces, y de todas las películas que he visto unas cuantas veces esta es la única que no tiene múltiples niveles de lectura ni descubre nuevas sorpresas al verla de nuevo. Es decir, que no es una de esas películas que se enriquecen con cada nuevo visionado, ni de esas otras que hay que ver varias veces para conseguir hilar todas las tramas y subtramas. Al contrario, es una película con un guión muy pero que muy sencillito, que se entiende perfectamente a la primera, y que ni siquiera se preocupa demasiado por mantener la coherencia argumental ni por dar un mínimo de densidad a los personajes ni a sus motivaciones. El único estímulo que me impulsa a volver a verla es el del placer estético, el del fetichismo hacia sus diferentes elementos iconográficos. Lo que denominaríamos la mera contemplación de la belleza irracional, el éxtasis sensorial alcanzado a través de la comunión entre imagen y sonido.

Llevo muchos años tratando de hacer entender a la gente, no sé si con mucho éxito, por qué me fascina esta película. La gente que hace caso a tus recomendaciones y se pone a verla suele sentirse invariablemente decepcionada, entre el "Está bien, pero tampoco es para tanto" hasta el "Qué puta mierda de película", pasando invariablemente por los argumentos racionalistas de costumbre: "si es que yo no sé qué le ves, si no tiene nada: la historia es la típica de cualquier peli de miedo, y el guión tiene muchas incongruencias, lagunas y cabos sueltos. Además, los personajes son totalmente planos y no te importa lo que les pase, los diálogos son artificiales y forzados, los actores no se lucen nada...". Es cierto, todo verdad. Y además exactamente lo mismo ocurre con casi todas las películas de Argento.


Supongo que el problema de su cine, y de esta película en particular (que es algo así como la quintaesencia del estilo de Argento, su obra más representativa) es que, como diría el Diplomaster, no concibe la belleza según las reglas canónicas de armonía y perfección. No sigue los patrones que supuestamente caracterizan al "buen cine". Es más, se los pasa todos por el forro de los huevos, porque a Argento no le interesan tanto las historias o las contradicciones humanas como la estética y el barroquismo visual. Argento es ante todo un esteta, no un narrador en prosa. Su cine, infravalorado ad eternum por pertenecer a la vertiente barata y mediterránea de los géneros comerciales americanos como el terror o el thriller, está saturado de efectismos, de posiciones y movimientos de cámara desconcertantes, de escenarios y decorados chillones y exagerados, de bandas sonoras repetitivas hasta la nausea y de efectos sonoros histéricos, de sucesos cuasi-imposibles y de psicologías rocambolescas. Al contrario que otros cineastas italianos de género, que han sido mercenarios dedicados a facturar productos comerciales del tipo que les tocara con mayor o menor dignidad (Fulci, Castellari, Martino), Argento lleva ya cuatro largas décadas contando básicamente lo mismo y haciendo films parecidísimos entre ellos, ajeno a modas de producción y circuitos de distribución de cada época, empeñado en rodar una y otra vez los mismos whodunits exagerados, los mismos asesinos con guantes negros y métodos desquiciados, los mismos asesinatos de planificación operística, incluso los mismos trompe-l'oeils en los que sus protagonistas, hitchcockianos pobres diablos que se meten en fregaos criminales sin quererlo ni beberlo, ven algo que en realidad no era exactamente lo que habían visto, o creen no haber visto algo que realmente han visto pero han malinterpretado. Al contrario que sus contemporáneos americanos, como Craven, Hopper o Romero, Argento nunca acepta proyectos de encargo ni se desvía de su estilo original, como si quisiera hacer una y otra vez la misma película, aunque unas veces se esmere mucho y otras muy poco. Pero tanto en unas ocasiones como en otras, el cine de Argento se olvida por completo de la clásica concepción del arte como fusión indistinguible entre forma y contenido y se dedica a utilizar el contenido simplemente como cimientos para construir sobre ellos esos castillos de efectos estilísticos raros y atmósferas turbias y oníricas con los que tanto parece disfrutar. Es un cine que se disfruta con los sentidos más que con la razón, con las tripas más que con el intelecto. Emociones humanas básicas en estado puro.


El guión de SUSPIRIA pertenecería a la llamada etapa sobrenatural de Argento. A la etapa en la que deja atrás los thrillers con siniestro asesino en serie y se pasa a la "horror movie" visceral y fantástica, donde los enigmas de las ciencias ocultas importan más que la identidad del asesino. De hecho, en SUSPIRIA ni siquiera llegamos a saber quién es el asesino propiamente dicho. Vemos sus manos (las del propio Argento, como siempre), y averiguamos que los crímenes provienen de una congregación secreta de brujas que se oculta en la trastienda de una respetable academia de danza, pero no se sabe cuál de los personajes es el que comete los crímenes, ni siquiera si los comete la misma persona o si se trata de alguna de las personas que hemos visto (por no hablar de que algunos crímenes se llevan a cabo sin la presencia física de un asesino, como el del pianista ciego por ejemplo). La identidad del criminal aquí carece de importancia. Lo que importa, en cambio, son esas fabulosas set-pieces de los sangrientos y viscerales asesinatos, impecablemente ambientadas y planificadas.

Los propios acontecimientos del guión tampoco son especialmente significativos: Argento parte de una idea de la actriz Daria Nicolodi (su pareja en aquella época y co-guionista del film) en relación a una escuela de ballet clásico que actúa como tapadera de un clan de brujas. Una adolescente norteamericana llamada Suzy Banyon (Jessica Harper) llega a Friburgo para ingresar como alumna en tan prestigiosa escuela. A su llegada se cruza con una alumna (la sueca Eva Axen) que huye histéricamente de la escuela, y que esa misma noche es brutalmente asesinada en absurdas circunstancias. Suzy no consigue entrar en la escuela esa noche, pero al día siguiente la reciben su directora Madame Blanc (Joan Bennett, en el que fuera su último papel en el cine) y su profesora la Sra. Tanner (Alida Valli, aquí en plan Rotenmeyer total). Al principio, Suzy reside en un apartamento cercano al centro, pero en sus primeras lecciones comienza a sufrir mareos y desmayos, y Madame Blanc insiste en que se aloje como interna en la propia escuela para poder disponer de cuidados médicos. Entonces, Suzy comienza a observar algunos sucesos extraños que tienen lugar en la academia. Sus compañeras actuan de forma un tanto desconfiada, y los profesores parecen querer ocultar algún secreto. Lluvias repentinas de gusanos, asesinatos, perros que se vuelven locos y atacan a las personas, estudiantes que desaparecen misteriosamente sin dejar rastro, puertas y pasillos que conducen a lugares desconocidos, pasos que resuenan en mitad de la noche... Con la ayuda de su compañera Sara (Stefania Casini), Suzy comienza a investigar, y acaba por descubrir más de lo que pretendía: que el personal de la escuela se dedica a otro tipo de actividades de magia negra no precisamente vinculadas a la danza, y que el edificio sobre el que se ubica la escuela oculta un oscuro secreto desde hace casi un siglo...


La historia nos remite a muchas películas de terror y fantasía vistas con anterioridad. El hecho de que toda la acción suceda en un internado femenino nos recuerda a otros títulos de Argento como PHENOMENA, pero también a la hispánica LA RESIDENCIA rodada por Narciso Ibáñez Serrador, e incluso a otros títulos de escuelas e internados como LAS DIABÓLICAS. Nos trae a la memoria al Polanski de LA SEMILLA DEL DIABLO. Nos remite al mundo del cine de terror y del "killer on the loose", pero también a la fantasía macabra de niños inocentes y virginales que se cuelan en mundos tenebrosos. Nos remite a Poe y a Thomas de Quincy, pero también a Perrault, a los Hnos. Grimm y a Lewis Carroll. En otras palabras, parece a la vez una especie de pesadilla, como si todo sucediera en el mundo de los sueños, y un cuento de hadas infantil para no dormir. El primer aspecto queda subrayado por esa obsesión manierista por ambientar cada secuencia en lugares aparentemente irreales, imposiblemente estilizados: ese aeropuerto desierto en el que llueve a cántaros y se desatan furiosas tormentas, esos interiores con decorados exageradísimos pintados de formas bizarrísimas con figuras deformes y colores extremadamente vivos y chillones, ese guión en el que los sucesos se agolpan a veces de forma incongruente y surreal, como en el mundo de los sueños. Todo ello contribuye a dar esa impresión de que nada más cruzar la puerta del aeropuerto, Suzy Banyon ha entrado en una especie de dimensión desconocida en la que las reglas ya no son las mismas y en la que las cosas cotidianas escapan a su control.


Esto enlaza también con esa segunda condición de la película como macabro cuento de hadas: el de la niña inocente que proviene de un mundo ordenado y lógico (Nueva York), y que al cruzar el espejo (océano) se adentra en la ominosa región de las sombras, de los bosques oscuros (esa Selva Negra cercana a Friburgo), de los acontecimientos inexplicables que no comprende. Del mismo modo que Hansel y Gretel se acercan cada vez más hasta la guarida de la bruja o Caperucita a la boca del lobo, adentrándose más y más en el bosque. El prólogo del film ya nos da una idea de por dónde van los tiros, colocando en los propios créditos esa voz en off tipo "once upon a time", innecesaria desde un punto de vista narrativo, para introducirnos en la trama: "One day, at nine in the morning, Suzy Banyon left Kennedy airport, New York, and arrived in Germany at 10:40 p.m. local time". En realidad, esta última idea era el primer punto de partida de Argento, que había escrito la película para rodarla directamente con niñas de unos doce años, pero parece que los productores se opusieron a la idea y se decidió rodar la cinta con jóvenes de unos veinte. Sin embargo, Argento no cambió ni una coma del guión, por lo que las alumnas actuan como niñas, adoptando conductas muy infantiles, cotilleando como si fueran adolescentes y sacándose la lengua, peleándose por tonterías... No es casual que Argento escogiera a alguien como Jessica Harper como protagonista, alguien con aspecto de Blancanieves, de niña frágil e indefensa. El mismo criterio que le llevaría a escoger posteriormente a la Jennifer Connelly de DENTRO DEL LABERINTO para PHENOMENA. Hasta los decorados están pensados así, con esos pomos de las puertas que les llegan a las actrices a la altura del cuello, como para sugerir la idea de que se trata de seres pequeños e indefensos adentrándose en la cueva del dragón.

Subrayaremos ahora todos los recursos técnicos y formales que utiliza Argento para lograr esta atmósfera de "fairy tale" tenebrosa, en la que todo parece esconder una amenaza terrible detrás de cada puerta:

- Los increíbles decorados absolutamente surrealistas. Al igual que en EL GABINETE DEL DR. CALIGARI, todo parece suceder en espacios arquitectónicos extraños, con fachadas pintadas de rojo chillón o de verde pistacho luminoso, vidrieras con formas enigmáticas, vestíbulos de estilo art-decó, pasillos torcidos con inscripciones en alfabetos extraños, y habitaciones pintadas con los motivos y dibujos más raros que puedan imaginarse. Esto de jugar con el significado arquitectónico de los edificios, que es una cosa como muy masónica, lo llevo Argento hasta sus últimas consecuencias en INFERNO, continuación de esta trilogía de las Tres Madres a la que ahora parece estar a punto de dar carpetazo. No sólo los sets recrean esta idea de los espacios exagerados y deformados, sino también el uso de las localizaciones reales en las que se rodó la película. La fachada de la academia de danza, aunque parezca puesta a propósito en un plató, existe realmente en Friburgo (aunque no es, obviamente, una academia de danza), al igual que la fachada del edificio en el que se comete el primer asesinato. Otras localizaciones magníficas no están en Friburgo, pero sí en Munich, como esa piscina oscura y solitaria, el edificio de la conferencia de psiquiatras (en realidad el edificio de la BMW en Olympia Park), la cervecería Hofbrauhaus, el aeropuerto (hoy en día derruido) o la asombrosa Koenigsplatz en la que tiene lugar la muerte del pianista ciego devorado por su perro lazarillo. Todos estos escenarios parecen haber sido diseñados o escogidos expresamente para que lo sorprendente de las imágenes supere a lo coherente de los hechos.


- La extraordinaria fotografía del gran Luciano Tovoli, profesional del asunto donde los haya, y que juega sobre todo a exagerar al máximo el brillo de los colores. Los rojos exageradamente rojos, los verdes exageradamente verdes. Todo ello resaltando un ambiente demasiado artificial como para ser real. Da la sensación de que esos lugares son realmente decorados de cuento, incluso cuando se trata de localizaciones reales. Para lograr este efecto se utilizo una técnica de triple capa con el Technicolor. O bueno, eso es lo que parece. En realidad, esta información varía según la fuente. Si hemos de hacer caso a las declaraciones de Tovoli en el documental que incluye el DVD, SUSPIRIA habría sido la última película rodada con esa inusual variante del Technicolor, en una época en la que todo Dios rodaba ya en Eastmancolor. Según Alan Jones, autor del libro Profondo Argento (Fabpress, 2004), la película se rodó en Eastmancolor, pero se imprimió mediante el sistema de Technicolor de triple capa, que es lo que motivó que los colores fueran los que son. Evidentemente, esto hoy en día habría sido una chuminada que podría hacerse sin problema en la post-producción digital, pero en los locos años 70 no había de eso y se hacía todo con lo puesto. Respecto al modo de rodar, y como es habitual en el cine de Argento, la cámara no para quieta ni de casualidad, se cuela por todos los pasillos y ventanas, y cuando está quieta alterna primeros planos de los rostros de los actores con planos espaciosos en los que se les ve pequeños y lejanos, lo que crea esa sensación de que la cámara está constantemente moviéndose y cambiando de lugar. Argento rueda alegremente a través de cortinas, vasos, bombillas y otros objetos cotidianos. Maneja la cámara subjetiva constantemente, normalmente con un efecto como de cámara flotante que transporta al espectador suavemente a través de ventanas, balcones, pasillos... Desconozco cómo se logró ese efecto en aquellos tiempos pre-steadycam, pero Argento fue sin duda un precursor del tipo de filmación que pondrían de moda más tarde otros cineastas como Carpenter o Kubrick.

- El casting, que aunque no suela ser uno de los puntos fuertes de Argento, aquí está perfectamente escogido, y no tanto por su calidad interpretativa como por lo expresivo de sus rostros. Sin llegar al buen ojo de un Leone o un Pasolini, Argento presenta aquí a un puñado de rostros cuya presencia es un elemento más de esos "tableaux vivants" que son sus planos. Ya he comentado la elección de Jessica Harper como la protagonista de aspecto aniñado e inocente, pero también está Alida Valli de severa institutriz, Joan Bennett de sofisticada Madame rectora y pérfida bruja, el gran Udo Kier en un papel un tanto inusual para él, ¡y hasta un jovencísimo Miguel Bosé haciendo de afeminado bailarín de ballet en mallas! (no, si ya apuntaba maneras...). Los secundarios ocasionales también son inolvidables: ese taxista enigmático eternamente encarnado por Fulvio Mingozzi (uno de los habituales de Argento que en INFERNO hacía exactamente el mismo papel pero en Nueva York), ese Flavio Bucci de pianista ciego, esa bellísima Barbara Magnolfi, ese mítico Rudolf Schündler y su discurso sobre el mundo de la magia, Franca Scagnetti como cocinera horrenda, o Giuseppe Transocchi como el mayordomo deforme y feo.


- La fascinante banda sonora, de esas que no te puedes quitar de la cabeza en días. Sigues repitiendo ese tema principal inquietante y pegadizo, mitad melodía de nana mitad sonido irritante. Este recurso sonoro es el origen confeso de las primeras bandas sonoras de John Carpenter: pequeños temas hechos a base de muy poquitos acordes repetidos una y otra vez hasta la saciedad para poner nervioso al espectador. El tipo de música de este film es el mismo que escuchamos en 1997: RESCATE EN NUEVA YORK, EL PRINCIPE DE LAS TINIEBLAS, y sobre todo, LA NOCHE DE HALLOWEEN (película, por cierto, también deudora de Argento en lo concerniente a movimientos flotantes de steadicams, planos subjetivos de un asesino al que no vemos, etc.). El uso de sonidos insólitos, como esos tambores a todo volumen, guitarras eléctricas, órganos, sintetizadores, vocecillas susurrando y suspirando, y otros hallazgos de los irreductibles Goblin suponían algo sorprendente en aquella época como alternativa a la partitura orquestal de toda la vida. Aún estaba por llegar el rock puro y duro de los tiempos de PHENOMENA.

Todo lo dicho hasta ahora suena a experiencia cinematográfica de la hostia, si no fuera por el factor incómodo de costumbre: hablamos de una película italiana de terror de los 70, y por lo tanto, una película cuya distribución ha sido totalmente delirante, propiciando diferentes versiones para cada país, unas más largas y otras más cortas, unas con una banda sonora y otras con otra, unas dobladas mejor y otras peor, unas con créditos allá y otras acullá. Por no hablar de que no se ha tenido el menor cuidado en conservar las copias en buen estado, y de que en general, por muy estupendo que fuera el master original, las ediciones existentes a lo largo de los años en VHS o DVD han transferido lo primero que han encontrado o lo que había disponible. Y eso donde se haya editado, porque por ejemplo en los States en la era del VHS ni siquiera tuvieron ese placer, y andaban todos como locos detrás de alguna copia del laserdisc japonés (retitulado absurdamente DEEP RED 2), que estaba descatalogado y que llegó a alcanzar unos precios de agárrate y no te menees.


Salvo que alguien tuviera la suerte de poder verla en el cine en la fecha de su estreno (placer que jamás pude compartir, por ser yo aún un tierno infante de los que dicen "gu-gu ta-ta"), es muy probable que lo que haya visto, ya sea en vídeo, TV o ciclo festivalero de turno, sea una copia totalmente deteriorada en la que no se aprecia nada de esto de los colores ni de los contrastes, y que encima igual ni es íntegra. Vamos, que es casi como ver una película distinta. Y que conste que yo no soy especialmente sibarita con esto de la calidad impecable de los transfers, pero en este caso voy a decirlo directamente: la única manera digna que existe de ver esta película a fecha de hoy es ver la edición remasterizada en DVD de Anchor Bay en zona 0. A poder ser la edición limitada en tres discos, que es ya la repolla, pero bueno, extras aparte, lo cierto es que para ver la película sirve cualquiera de las ediciones de Anchor Bay o de sus reediciones posteriores. Cualquier otra opción es absurda, casi mejor que ni la veáis. Lo de bajársela de la mula, sin ánimo de hacer de menos a quienes lo hayan hecho, es en este caso como beberse un cartón de Don Simón frente a una botella de crianza y afirmar que es vino al fin y al cabo. Bueno, a menos que lo que se baje uno de la mula sea un ripeo de estos que hay ahora "en calidad DVD", y esté ripeado directamente de la edición antedicha. Desde este humilde blog se desaconseja por completo cualquier otra posibilidad, inclusive la edición española de Manga Films, que no sé qué tal estará pero que si sigue la línea de sus ediciones en VHS de los films de Argento será directamente para tirarla a la basura (corríjanme si me equivoco). La única pega que se me ocurre ponerle a la edición de Anchor Bay es la ausencia de subtítulos, porque hombre, digo yo que tampoco costaba tanto poner unos subtítulos en inglés, sobre todo cuando se han molestado en incluir cosas absurdas como el track en francés, que ya me diréis para qué, si es una edición inédita en Francia y encima ninguno de los actores era francófono. Como no sea para los canadienses o así...

Por lo demás, en lo concerniente a la imagen, el sonido, los extras y las chuminadas frikis de regalo, es lo más parecido que hay en el mercado del DVD a una compra imprescindible. Faltaría para redondearla un audiocomentario en condiciones, pero eso ya no es problema del sello sino del propio Argento, que dijo que por sus cojones no iba a hacer más audiocomentarios y nada, que no hay forma. Además, ya están los típicos fans que se curran los audiocomentarios desinteresadamente por su cuenta para que te los bajes gratis. Respecto al precio, vale que es una pasta, sobre todo ahora que la edición limitada está descatalogada, pero aún así las de segunda mano las hay en Amazon desde 38 dólares, algo bastante más asequible que los 120 dólares y aberraciones similares que alcanzan los productos descatalogados de Criterion, como el de REBECA por ejemplo (que no sé a qué coño esperan para reeditarlo, hostia ya). Y además, si a uno el documental y los extras le dan igual, siempre puede agenciarse la edición estándar que cuesta 10 miserables dólares y la peli en cuestión es exactamente igual: remasterizada por la gente de Anchor Bay en Roma a partir del negativo original y con la colaboración de Luciano Tovoli, con una calidad de imagen absolutamente impecable, anamórfica, sonido Dolby Digital en 5.1.,... Entre los extras de la edición limitada se incluye el documental realizado con motivo del 25 Aniversario del film, que contiene entrevistas y declaraciones inéditas de Tovoli, Argento, Jessica Harper, Daria Nicolodi, Udo Kier y otros cuantos. También incluye videoclips de Claudio Simonetti, trailers, biografías, galería de posters, un booklet de 32 páginas a todo color con fotos y textos sobre la película, y de regalo un puñado de deliciosas lobby cards que puedes usar de postal para sorprender a tus amistades. Además, la edición limitada incluye un tercer CD con la banda sonora íntegra de la película, que a lo mejor puedes pillártela aparte o bajártela de la mula y tampoco pasa nada. Al fin y al cabo, reconozco que es normal no ser víctima de un fetichismo tan extremo como el de quien esto suscribe, pero bueno, manías aparte, es una edición tan extraordinaria de una película tan imprescindible en mi vida que me es imposible ser objetivo en este post. Puede que en otros sí, pero en este desde luego no. Aunque bueno, ya he dicho desde el principio que esta vez iba a ser difícil. Y ya sabéis, el que avisa...



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Thursday, May 03, 2007

MISERIAS HUMANAS (Y DIVINAS)


Puede que después de todo, esto de los blogs personales funcione un poco en ambas direcciones. A juzgar por lo que encontramos en la mayoría de ellos, todo parece indicar que funcionan como instrumentos de promoción social (cuando no laboral, profesional o directamente sexual). O sea, como una especie de curriculum o tarjeta de presentación en la que uno ofrece lo mejor que tiene para que alguien lo compre, o simplemente para que alguien le recuerde lo cojonudo que es y lo mucho que gusta a otras personas. Aunque todo lo que tenga que ofrecer sean pormenorizados relatos mal escritos sobre cómo ha ido a comprarse ropa al Zara y no tenían la talla 36, o sobre cómo fue ayer a comprar comics a la tienda de turno y luego al cine a ver SPIDERMAN 3. Da igual. De algún modo, nuestras vidas grises y de nulo interés, carentes de cualquier tipo de glamour, reflejan también las del resto de los bloggers que nos las elogian, dándonos palmaditas en la espalda por nuestro interesantísimo post "Estoy de exámenes y vaya agobio que tengo encima", mientras nosotros reconocemos el innegable valor sociológico de sus respectivos posteos sobre, qué sé yo, el último disco que han bajado de Internet, o el gato abandonado que se han encontrado en la calle y se han llevado a casa. Espejo de lo que somos, o más bien de lo que nos gustaría ser, el blog es una especie de narcisista vía de escape destinada a que cada uno de nosotros podamos tener nuestros quince warholianos minutos de fama.

En dirección inversa funcionan los blogs más célebres, los de esa minoría de personas que, ya sea por su condición social, su profesión o su inteligencia emocional, llevan unas vidas mucho más interesantes que las nuestras, repletas de episodios admirables y envidiadas por todo ciudadano de a pie con delirios de grandeza. Escritores de toda condición, jovenes promesas del cine o la música alternativa, políticos, periodistas, líderes de opinión, pintamonas de la tele y el famoseo, y famosos de toda índole que dan a conocer sus intimidades y sus genialidades para que los pringaos anónimos disfrutemos gratuitamente de sus vidas como si de un Truman Show cualquiera se tratara. ¿Para qué les sirven los blogs a este tipo de individuos? Pues para justo lo contrario que al común de los mortales: para recordarnos que también son personas humanas, cercanas al pueblo, con sus miserias y sus neuras particulares. Y a nosotros, pues nos sirven para disfrutar también por pura curiosidad malsana, claro. Porque reconozcámoslo: siempre es más interesante que alguien te cuente de primera mano cómo ha entrevistado a una estrella de la música latina internacional, o cómo ha rodado un plano-secuencia magistral con dos actores famosos, que leer a ese muermo que somos todos narrando sus desgracias porque anoche en el Fever no pilló ni con las farolas, y encima se fundió 20 billetes en combinados inteligentes y cocaína y ahora tiene una resaca que no se puede ni levantar del sofá. Reconozcámoslo: nuestras vidas, por lo general, son totalmente absurdas y no interesan una mierda ni le importan a nadie. Si acaso a nuestros amigos y familiares, pues vale, pero para intercambiar experiencias con ellos no hace falta tener un blog, ni un flog ni nada. En general, son mucho más interesantes las vivencias de nuestros ídolos, nuestras figuras reverenciadas, nuestros iconos de la cultura popular que de repente, vía blog y como por arte de magia, se transforman en personas de carne y hueso capaces de contarnos de forma inmediata los pormenores de sus vidas.


Blogs de famosos los hay para dar y tomar. Todos están ahí, al otro lado, y cada cual, según sus intereses, sigue con cierta frecuencia los de uno o los de otro. A mí por ejemplo me gusta mucho el de Vigalondo, tal vez porque además de informarnos sobre los diferentes acontecimientos que tienen lugar en su vida, parece intentar extraer de todo alguna conclusión útil, aunque luego se reduzca sólo a una frase ingeniosa. En su día, seguía también el de Kevin Smith, el de la Señora Mayor en la Pérfida Albión antes de que se lo cargara, y hasta el del gran William Gibson. Pero vamos, que si sus figuras de interés son otras, bien puede usted decantarse por quien coño prefiera. Ahí tiene usted a brillantes pensadores, filósofos e ideólogos como Paulo Coelho, Michael Moore, Nacho Escolar o Carlos Pumares, cuando no otros para gustos alternativos, ya se sabe, que si un Ynestrillas, un Pío Moa, un Anasagasti, un Ramoncín... De los de periodistas también hay unos cuantos que van desde lo profesional-alternativo-new age hasta lo bizarro total: que si un Punset, un Urdaci... Hasta Karmele Marchante tiene el suyo. Y luego, pues directamente el famoseo del corazón, la tele y el espectáculo: ahí están Tarantino, Barbra Streissand, cantantes como Ana Torroja, presentadores como Carlos Sobera o Buenafuente, supermujeres como la Kournikova, Pamela Anderson o la porno-star Dunia Montenegro... Para todos los gustos, vaya.


Es evidente que cuánto más famosa e idolatrada sea la persona más seguidores obtendrá su palabra sagrada plasmada en la plantilla virtual. Quizás por ello, ha llegado la hora de congratularnos, pues tenemos al fin la oportunidad de leer y seguir día a día el blog de la persona más famosa e idolatrada de la tierra. El líder de masas con más fieles a lo largo de la historia, el personaje más importante de toda nuestra especie. Me estoy refiriendo, obviamente, al mítico Jesús de Nazaret, aka Jesucristo, que lleva ya un tiempo haciéndonos ver mediante los posts de su blog que no es para nada un mito divino e inaprehensible, sino una persona cercana al pueblo y a los cristianos de a pie, un tío enrollado, majetón y con las mismas dudas y pajas mentales que tenemos todos. En su blog supercool nos hace partícipes, no sólo de la mesa celestial, sino de sus miserias cotidianas, como cuando tiene que ir al dentista a sacarse una muela, o cuando está nervioso porque tiene una cita con la mujer de sus sueños y todo le sale mal. A través de sus escritos conocemos entre otros a personajes presentes en la vida de Jesús a los que los Evangelios no han prestado la atención que merecían, como Karen, el cordero de Dios, o su amiga Trudy, la cajera del banco, secretamente enamorada de él sin que Jesús se dé cuenta. Algunos de los textos nos presentan al Jesús humano con sus debilidades, como cuando se queja del cajero inepto que trabaja en el supermercado (traduzco sobre la marcha):

O sea, que el tío ese de la caja, Terry, el que trabaja en el super, es un maleducado. Suelo tratar de evitar su caja, pero a veces en el resto de las cajas hay mucha gente en la cola, seguramente porque Terry es un grandísimo capullo, y yo odio tener que esperar. Hoy tenía mucha prisa, así que me he puesto en la cola de Terry. Y ha sido un GRAN ERROR. Sólo quería comprar un Lamb Chow para Karen, mi cordero, y Terry se ha puesto en plan "¿Qué? ¿Es para tu pequeño corderito bonito?", y yo en plan "¿Y qué pasa si lo es?". Y el tío suelta: "Bah, yo me como corderos como el tuyo para cenar". Y yo le digo "¿Ah, sí? Pues no vas a comerte a Karen, porque yo la amo". Y el tío en plan "¿Karen? Karen es un nombre estúpido para un cordero", y yo "¿Ah, sí? Pues Terry es un nombre estúpido para un hombre" (y lo es). Entonces se ha puesto hecho una furia, y me ha saltado "¿Ah, sí? Bueno, pues Jesucristo es un nombre estúpido para CUALQUIERA". Y le he respondido: "Sí, bueno, pero yo morí por tus pecados". Y él, "¿Ah, sí? Pues nadie te pidió que murieras por nuestros pecados, ¡así que deja de hacerte el mártir de una vez!". Y yo en plan, "Sí, vale, pero a ti SI que te pidieron que hicieras tu puto trabajo, ¿verdad? Así que cállate y dime qué te debo por el dichoso Lamb Chow" (...) Total, que al final me ha cobrado, y aunque creo que gané la discusión, mis sentimientos siguen heridos. De todos modos, ¿por qué tiene que ser Terry tan capullo?


O esa otra ocasión en la que nos descubre el verdadero origen de la Pascua y nuestra Semana Santa, al parecer muy poco del gusto de Nuestro Señor.

Resulta que la Pascua es este domingo y estoy un poco jodido. La gente siempre me dice lo mismo: "¡Eh, tío, este es tu día especial! ¡Alegra esa cara! Se supone que has resucitado y todo ese rollo." Claro, para ellos es fácil decirlo. Es como si vas donde alguien que ha sido violado y le dices, "¿Qué pasa, que todavía estás de bajón? Tío, que ya han pasado TRES DÍAS." Pero bueno, el caso es que por eso empecé con el asunto este del conejo de Pascua: para desviar la atención de MI. Vale que tampoco ha servido de gran cosa, porque ahora la gente no para de decirme "Eh, tío, ¿por qué hay un conejo repartiendo huevos? ¡Esto es absurdo!". Y sí, ya sé que no tiene ningún sentido, pero bueno, ¡es que ahí está la gracia! ¿Cómo puede ser que la gente no lo pille? Pero es igual, el caso es que me harté de oír las quejas de la gente, así que puse también unos dulces de esos de malvavisco, los que tienen forma de pollitos. Para que fueran pollos y no conejos. Pero por desgracia esa idea tampoco les gustó. Te dicen "sí, vale, los pollitos, pero ¿por qué tienen que estar hechos de malvavisco?". ¡PUES POR LA MISMA PUTA RAZÓN POR LA QUE LOS CONEJOS ESTÁN HECHOS DE CHOCOLATE! ¡POR DIOS! De verdad, odio la Pascua, es un coñazo terrible. Además, hoy he ido al supermercado y se les había agotado otra vez el pan de pita. La vida es una mierda.


Jesucristo nos va detallando también cómo consigue entretenerse en la aburridísima Semana Santa mientras el resto de la gente se da al recogimiento y a la oración:

Me he levantado tarde, me he tomado el café en el porche y he leído el último número de la revista Details, esa en la que sale Justin Timberlake. Pero claro, no hacía más que pasar gente diciendo eso de "¡Felices Pascuas, Jesús!", que para mí es como si me dijeran "¡Feliz crucifixión, Jesús!", así que al final he decidido ir al cine a ver si allí al menos me dejaban tranquilo. Por desgracia me he metido a ver la nueva peli de Tarantino y Rodríguez, esa de GRINDHOUSE. Por Dios, qué película más violenta. Bueno, no es tan violenta como una crucifixión, pero era bastante gore en general. Y además la copia estaba como rayada, se veía mal, pero cuando les he pedido que me devolvieran el dinero, el encargado va y me dice que "está hecha así a propósito, es como de arte y ensayo". En fin, gilipolleces.

De todos modos no me ha gustado la película y las chocolatinas me han dado dolor de estómago, así que he decidido encargar algo de comida para llevar al antro mexicano ese del barrio. Pero resulta que llamo, ¡y no contesta nadie! ¡Y eso que siempre están abiertos! "Qué raro", he pensado, y me he ido a casa andando. Pero justo cuando pasaba por delante del mexicano, me he dado cuenta de algo muy raro: el cocinero y toda su familia estaban allí dentro, ¡comiendo! Total que llamo a la puerta, ¡toc toc toc! El cocinero abre la puerta y me dice: "¿Puedo ayudarle en algo?". Y yo le digo: "Sí, claro, puede usted ayudarme ¡contestando al teléfono cuando llamo!". Y el tío se pone en plan "Oh, lo siento, señor, está cerrado". Y yo en plan "No, ¡no lo está! ¡Tu familia está justo ahí comiendo!". Y el tío me salta, "Señor, está cerrado. Estamos en Semana Santa". Y le suelto: "¿Ah, sí? ¿Y quién murió y os dijo que cerrarais en Semana Santa, si puede saberse?". El tío estaba un poco confuso, así que le he dicho: "De acuerdo, se lo diré de otra manera... ¿SABE USTED QUIÉN SOY YO?". Y bueno, el hombre se ha ruborizado un poco al darse cuenta de quién era... pero aun así no quería ponerse a cocinarme nada. Así que le he dicho: "mire usted, yo tuve que sufrir por ustedes y dejar que me clavaran DOS PUTOS CLAVOS enormes en mis muñecas con un martillo, así que lo MÍNIMO que USTED podría hacer por mí es servirme algo de su apestosa comida, ¿NO CREE?". Y bueno, parece que eso le ha convencido, así que se ha callado y me ha tomado nota del pedido: "¿Qué le apetece comer, señor?", y yo en plan "Eeeh, pues no sé... ¿qué tal una hamburguesa y unas patatas?". En ese momento me ha parecido que el tío estaba a punto de decirme algo... pero se lo ha pensado mejor. Pero bueno, el caso es que me he ido a casa y me he comido la hamburguesa, y he visto algunos episodios viejos de "Arrested Development" en DVD. No ha estado mal, después de todo."


Y de esta forma vamos siguiendo los diferentes episodios de su vida, como cuando se enamora de su dentista, la doctora Hovley, o cuando su cordero Karen esnifa pegamento y sufre una crisis de personalidad, o cuando encuentra una caja de zapatos repleta de cassettes grabados de la radio con canciones de los ochenta. Todos los posts, narren lo que narren, acaban cerrándose casi siempre con algún hecho que nada tiene que ver con el motivo principal de los mismos, pero que añaden una nota de cotidianeidad y normalidad a lo narrado, algo así como punchlines por contraste: "Hoy había una oferta de calcetines en el Target. Me he comprado seis pares. ¡Ha sido un día estupendo!"; o "Por cierto, ¿habéis oído el nuevo disco de Hilary Duff? No está mal. Además ella es muy guapa". Sucesos aparentemente banales, teóricamente irrelevantes. Son sin duda las partes de la vida de Jesús que se han omitido en los Textos Sagrados, por considerarlas quizás poco propias de su figura, o tal vez por el hecho de que no aportan nada a la verdadera trascendencia histórica de Cristo. Sin embargo, para nosotros como fieles, es de valiosa importancia conocer estos nimios detalles de la vida de Jesús como persona humana y hombre del pueblo. Del mismo modo que queremos conocer las pequeñas vicisitudes de Pamela Anderson o de Ramoncín. Queremos ver nuestro reflejo magnificado al comprobar que el de otras personas más ilustres que nosotros no es tan lejano a la vida triste y miserable que conocemos. Que en realidad, perfectamente podríamos ser nosotros quienes estuviéramos ahí arriba, en el escenario, en el púlpito o en la cruz. Tal vez se refieran a cosas como esta cuando dicen eso de que con Internet ya no hay distancias: a que da igual estar allá arriba que estar aquí abajo, porque al final, todos tenemos la misma capacidad de dejar constancia pública de lo lamentables que son nuestras vidas.


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