Tuesday, March 14, 2006

DE SIGNIFICADOS Y SIGNIFICANTES


Los False Friends, o falsos amigos, como sabe cualquier traductor con un mínimo de tablas, son esas palabras y expresiones del source language, o lengua de origen, que aparecen disfrazadas y que tienden a parecer lo que no son. Es decir, a primera vista parece que signifiquen una cosa, aunque en realidad signifiquen otra muy distinta. Al traductor despistado o apresurado enseguida se le cala por este tipo de desconcertantes expresiones en el target language, o lengua de destino. Al igual que Orson Welles, que decía que le costaba mucho ver cine porque veía inconscientemente la claqueta antes de cada plano, cualquier traductor, por poco profesional que sea, tiende a imaginarse el texto original cada vez que se le atraganta una frase al leer cualquier traducción al castellano: que si "actualmente" en vez de "de hecho", que si fulanito se sintió "embarazado" en vez de "avergonzado", que si tal o cual líquido está "a la temperatura de la habitación"... La prueba puede hacerse en cualquier lengua y en cualquier dirección, y no falla. Siempre hay algún tarugo que mete la gamba, que no se da cuenta de que a esa frase que está escribiendo le falla algo, que no suena del todo bien. Un ejemplo de traductor pertinaz pero proclive a estos desafortunados tropezones es el simpar Domingo Santos, traductor ubicuo en el mercado de la literatura de ciencia-ficción, juegos de rol o libros de cine, y que sin ánimo de ofender a su faceta de escritor, se ha marcado desvaríos interlingüísticos como el que perpetró en la biografía de Hitchcock escrita por Donald Spoto, o como aquella ya mítica traducción del manual del Dungeons & Dragons al castellano en el que el arma denominada "crossbow" pasaba a ser un "Arco X" (sic) en vez de una simple ballesta.


Aunque la semántica tradicional rara vez abarque campos más allá del significado establecido por convención, la vida nuestra de cada día enseguida hace uso de False Friends de generación espontánea, por así llamarlos. Frases y palabras que se dicen precisamente por el hecho de que parece que significan una cosa, cuando en realidad, en la mente del habil manipulador que las usa, significan otra completamente distinta. Muchas veces incluso tienen exactamente el significado opuesto al que un lingüísta tradicional les atribuiría. Algunas de estas expresiones, que cualquier persona cabal llamaría directamente mentiras, timos, o en el mejor de los casos, eufemismos, han llegado a ser tan recurrentes en según qué contexto que ni siquiera pueden considerarse embustes, sino meras convenciones protocolarias, dado que el presunto embustero enuncia precisamente esa frase a sabiendas de que su interlocutor va a interpretarla con otro significado completamente distinto. O como suele decirse, que a buen entendedor, pocas palabras bastan. Un "déjenos su currículum y ya le llamaremos" significa, para cualquier persona sensata, "pasamos olímpicamente de usted y jamás le llamaremos"; un "te sienta muy bien el pelo así" significa "quiero follar contigo inmediatamente"; un "me gustas mucho, pero no quiero perderte como amigo" significa "vete a casa y hazte una paja"; un "ama, necesito dinero para unos libros de la universidad" significa "con lo que me das no me llega para cocaína", y un "esta noche voy a estudiar a casa de una amiga" significa "esta noche voy a follarme a todo lo que se menea". Y así hasta el infinito. Basta un mínimo de experiencia en la vida para entender que no se trata de mentiras deliberadas, ni de fraudes condenables, sino de meros False Friends del coloquialismo, expresiones que en su contexto significan algo perfectamente establecido por convención, pero que se presentan disfrazadas de otras cosas por motivos exclusivamente formales. Una mala traducción de estas frases sólo es achacable al receptor, nunca al emisor. Sólo un mal traductor de la conciencia humana, un Domingo Santos de las relaciones interpersonales, podría quedarse esperando a recibir la llamada de esa empresa en la que hizo la entrevista, o de esa encantadora jovencita rubia que le dijo eso de "déjame tu teléfono y ya te llamaré para tomar algo".


Todo esto, que parece que no viene muy a cuento, lo explica mucho mejor que yo la siempre perspicaz webmistress de La Petite Claudine en este último post, brillante reflexión sobre esas expresiones tan nuestras que no sólo significan algo totalmente distinto a lo que aparentan, sino que además no podrían, aunque lo pretendieran, significar en ese contexto ninguna otra cosa que tuviera algún sentido en la vida. Tal es el caso de la palabra "manta", abordada desde la perspectiva pragmática adecuada, sin nada que ver con eso que nos echamos por encima en las noches de invierno para dormir:

"El manta es aquella persona que, sin motivo aparente, tiene una opción extra en su abanico de posiblidades, una opción que para el resto del mundo no existe y es al menos siete grados peor que la peor. El manta decide arreglarse los pantalones con chinchetas, incendia el colegio tratando de quemar una mosca con lupa y acaba destrozando el único jarrón precioso de la casa aunque tu madre lo guarde en la vitrina más alta en una habitación cerrada con llave encadenado a la pared. Es un Peter Sellers del guateque sin encanto, un Ben Stiller sin posiblidad última de redención. El manta es el niño que, cuando se mete en líos, no recibe la amonestación habitual ni el castigo correspondiente sino la mirada atónita y aterrada de sus padres, vecinos y profesores y la pregunta: ¿cómo te las has arreglado para hacer una cosa así? Su origen es imposible de determinar, pues provienen de familias perfectamente normales y su existencia no parece estar relacionada con el abuso de drogas durante la lactancia o el consumo de grasas saturadas. El manta es un misterio corriente y aterrador".


Lo que otros desdichados tendemos a llamar cenizo vocacional, o alguien que vive en primera persona como si fuera el protagonista de una película de risa.

Sunday, March 12, 2006

PELIS DE CHINOS A LA CARTA

Raro suele ser que los sellos encargados de editar DVDs consulten a sus potenciales compradores de forma directa sobre qué títulos prefieren ver editados. Sin embargo, en esta ocasión los aficionados a las películas de chinorris están de enhorabuena. El sello oriental Joy Sales, que ha adquirido los derechos de todo el catálogo de Fortune Star, ha puesto en su web una encuesta para decidir qué películas serán las que llegarán a las estanterías. El catálogo incluye la friolera de 469 pelis, algunas mínimamente conocidas para el aficionado, otras absolutamente ignotas. Es labor de todo aquel interesado seleccionar 20 de estos films. Elección dura y difícil, qué duda cabe. Entre toda esta jungla digital hay rarezas como las primeras pelis de hostias de John Woo o Tsui Hark, antes de convertirse en cineastas de culto, o perlas hasta ahora inéditas como THE BLUE JEAN MONSTER, el BLESS THIS HOUSE de Ronny Yu, o varias cintas protagonizadas por la siempre apetecible Brigitte Lin.


La encuesta da además la posibilidad de votar otra serie de cuestiones como los formatos de los audio tracks y los subtitulados, los carteles y lobby cards originales de los films, o el precio de las ediciones. Todo a gusto del comprador, ya que al parecer se han dado cuenta de que muchos de sus compradores podrían estar dispuestos a pagar más por títulos más desconocidos en vez de por los clásicos básicos. Veremos si otros sellos de otros países van tomando ejemplo.

Friday, March 10, 2006

PELÍCULAS INCREÍBLEMENTE EXTRAÑAS



3. A TASTE OF BLOOD (1967)


De entre todos los cineastas que trabajaron en el fértil negocio de las exploitation-movies durante los años 60, el nombre de Herschell Gordon Lewis ocupa un lugar privilegiado. Más allá de que sus películas resultaran ser mejores o peores, su filmografía cobra una importancia capital en la historia del cine fantástico por razones exclusivamente arqueológicas: Lewis está considerado nada menos que el inventor del género gore, el pionero, el primer espabilado que hizo películas baratas repletas de sangre y tripas, con argumentos totalmente descabellados, y el primero que utilizó la palabra "gore" como un reclamo publicitario sensacionalista para atraer al público a las salas. Toda su filmografía es anterior al auge de las películas gore: su último film gore, THE GORE GORE GIRLS (1972), ya es anterior a otros clásicos seminales como LA MATANZA DE TEXAS o LA ÚLTIMA CASA A LA IZQUIERDA.


Sin embargo, y exceptuando algún título muy puntual, la obra de Lewis está totalmente inédita en nuestras pantallas. Sus películas se estrenaban exclusivamente en el circuito de los drive-ins y los cines de programa doble de su época, y Lewis jamás se planteó siquiera la posibilidad de distribuirlas fuera de las fronteras de los States (¿quién coño iba a estar interesado en Europa en ver pelis cutres hechas con cuatro duros que llevaban títulos tan absurdos como THE WIZARD OF GORE o BLAST-OFF GIRLS?). Ni qué decir tiene que en cuanto salían de cartel, estos films se archivaban en el armario de turno en la oficina del productor-exploiter correspondiente, y se quedaban ahí criando polvo por los siglos de los siglos. A nadie se le ocurrió jamás que un par de décadas después alguien fuera a recordar estos títulos, ni mucho menos a sus responsables, pero como siempre pasa con estas cosas, algún chalao se puso a remover el pasado y descubrió que había habido vida antes de Wes Craven o Tobe Hopper, y lo que en su día no eran más que películas casposas para rellenar huecos en cines de barrio y grindhouses pasaron a ser objetos de culto y devoción por parte de miles de fans del género de terror de todo el globo terráqueo. Evidentemente se trataba de pelis más cutres que la hostia, pero ya se sabe que para el arqueólogo de lo insólito los aparentes defectos de una obra son muchas veces su mayor virtud, al margen de que las películas de H.G. Lewis, teniendo en cuenta la época y los medios técnicos con los que se hicieron, son hasta prodigios de los efectos especiales gore.



Sin embargo, y a pesar del caracter generalmente sangriento y obsceno de las películas de Lewis, existe una película, sólo una, en toda su filmografía en la que el simpar director aparca a un lado las vísceras, el gore y los desnudos gratuitos para tratar de facturar un film de terror "clásico" con cierta categoría, un film en el que pretendía demostrar que con escasos medios también se podía hacer una película de terror seria como las de la Hammer. Obviamente hablando en todo momento de cine de serie Z, pero sustituyendo los asesinos psicópatas y los higadillos por vampiros transilvanos, secuencias comedidas con diálogos, y atmósfera de cierta inquietud y misterio. Esa película fue A TASTE OF BLOOD, una de las excepciones más raras del cine de bajo presupuesto de la época, tanto por sus ambiciones como por su duración: casi dos horas de metraje, una rara avis del copón en un mercado en el que ninguna película duraba más de 90 minutos ni de casualidad, debido a las dificultades a las que se tendría que enfrentar en su circuito de distribución (básicamente cines de programa doble que metían tres pases diarios y que no se arriesgaban a alquilar cintas de larga duración por resultar por lo general menos rentables). Desconozco qué fue exactamente lo que llevó a alguien como Lewis a hacerse cargo de un proyecto tan atípico en la industria, pero que quede claro desde el principio que su supuesto parecido con las exitosas películas británicas de la Hammer es más un decir que otra cosa.




Repasemos el absurdo argumento: tenemos como protagonista a un acaudalado empresario de Florida, un triunfador de los negocios, que viste bien, juega al golf, es simpático y encantador, y tiene a una rubia jamona por esposa. Su nombre: John Alucard (vaya, qué casualidad, ¿a qué me recordará el apellido leído a la inversa?). En realidad, este buen hombre desciende de una familia rumana de los Cárpatos (hmmm... ¿cuál podrá ser?), pero nunca se ha preocupado por hurgar en su ignoto pasado, dado que ha vivido toda su vida en Estados Unidos y bastante tiene con sus negocios y sus empresas. Un buen día el señor Alucard recibe por correo una caja de origen desconocido: se trata de dos botellas de una especie de brandy europeo presuntamente embotellado por sus ancestros en el siglo XIX. Sorprendido por este inesperado regalo, el muy incauto procede inmediatamente a beberse unos chupitos de tan selecto licor, que tiene un sospechoso color como entre rojo y púrpura (oh, vaya... ¿a qué me recordará?).El hombre le empieza a coger el gusto a esto del bebercio: el primer par de chupitos, pues no pasa nada, pero luego ya el señor Alucard empieza a desarrollar una adicción brutal y ya no se separa de la botella ni para ir a mear. Se le empieza a agriar el caracter, empieza a mostrarse nervioso y distante, su piel se vuelve pálida y por si fuera poco, empieza a dormir de día y estar despierto de noche. Vamos, que si por lo que sea al espectador no le hubiera quedado ya lo suficientemente claro con lo del nombre, a estas alturas ya parece obvio lo que pasa: a causa del brandy rumano este, el señor Alucard se está convirtiendo en vampiro. Su mujer obviamente está preocupada por él y le encarga a su amigo Hank (el omnipresente Bill Kerwin) que vigile a su marido a ver qué hostias le pasa. Como parece que el Hank este ya se empieza a oler la tostada, no se le ocurre mejor idea que regalarle a la señora Alucard un colgante que incluye una cruz de plata, lo cual complica todavía más la cosa, porque nuestro protagonista ya no puede siquiera aproximarse a su mujer sin sentir una repulsión automática hacia la cruz.


Transcurridos seis meses desde que se recibió el paquete, Alucard se ha convertido ya en un vampiro hecho y derecho, momento en el cual recibe una segunda carta de uno de sus ancestros rumanos. Se trata, como ya habréis imaginado, del mismísimo Conde Drácula, que le revela que el brandy que se bebió era en realidad su propia sangre, destinada al último descendiente másculino del árbol genealógico de los Dracula. Asimismo, le adjunta un anillo mágico que puede hipnotizar a sus víctimas, y le da un listado de una serie de individuos a los que debe dar pasaporte. Estos individuos son supuestamente los descendientes de los hombres que acabaron con la vida de Dracula en el siglo pasado: Jonathan Harker y el Profesor Van Helsing. Total, que a partir de ahí el antaño respetable señor Alucard va cargándose uno por uno a los sujetos estos, hipnotizándoles primero con el anillo, que en realidad es un juguete chunguísimo de estos como los de las barracas con una letra D pintada en color rojo. Cada vez que se convierte en vampiro, el tío va y se pone todo azul pálido ahí, con el foco cubriéndole la cara, en lo que probablemente será una de las maniobras de iluminación más pachangueras de la historia del cine. Una de sus víctimas es nada menos que una bailarina de strip-tease conocida como Vivacious Viv, cuyo nombre real no es otro que Vivian Van Helsing (adivinad de quién es descendiente), y cuyo asesinato aprovecha Lewis para mostrar algo de carne fresca en pantalla, que siempre viene bien. Afortunadamente, acaba entrando en escena otro descendiente del célebre cazavampiros: el doctor Howard Helsing (Otto Schlesinger), que es un señor bajito, calvo y con bigote que recuerda más a Agustín González que a Peter Cushing, pero bueno...



Utilizando los personajes y referencias de Bram Stoker de forma apócrifa donde las haya, Lewis construye un film de terror bastante más bestia que las recatadas joyas de la Hammer, pero bastante más light de lo que nos tiene acostumbrados. Se ven empalamientos y tal, pero poca cosa. Al contrario que en otras películas de Lewis, aquí se presta más atención a la versatilidad de los actores, con profesionales como Bill Rogers u Otto Schlessinger en los papeles principales, y reservando los papeles secundarios para las presencias habituales del cine de Lewis, como Bill Kerwin o Dolores Carlos. Hasta el propio Lewis aparece aquí como actor en uno de los papeles más chorras de la película: el de un viejo lobo de mar que lleva el barco de Miami a Londres, transportando en su bodega a ya sabemos quién (por lo que comenta Lewis, acabó interpretando ese papel porque el actor que tenía que hacerlo no se presentó ese día).




La mejoría técnica que se advierte respecto a otras producciones de las que se encargó este singular cineasta es notable. La fotografía está más cuidada, hay hasta contrastes de luces y sombras (como en esa escena en la piscina vacía al final de la peli), y supuso la mayor inversión de tiempo en un rodaje que Lewis se permitió en toda su trayectoria (¡nada menos que 3 semanas enteras!). Sin embargo, es evidente que la película es bastante aburrida. Tiene demasiado diálogo, escenas vacuas, y se alarga demasiado en contar una historia que, por otra parte, resulta bastante más previsible que otras de las que abordó, al menos para cualquiera que haya visto un par de versiones del clásico de Stoker. Eso no quita para que Lewis la considere una de sus mejores películas, sólo superada, en su opinión, por 2000 MANÍACOS. Según él, era tan buena que estuvo a punto de vendérsela a Roger Corman, pero al parecer éste, en su línea habitual, ofrecía una miseria por la cinta, y Lewis decidió que sería mejor moverla por su cuenta. De todos modos, no deja de resultar irónico que la presunta garantía de calidad de una película provenga del hecho de que era "lo suficientemente buena como para que la distribuyera Roger Corman". Porque vamos a ver, si la que distribuia Roger Corman era la buena, cómo serían las demás, cabe pensar...


La única edición en DVD de A TASTE OF BLOOD que cualquier persona sensata debería adquirir es la versión estadounidense del sello Something Weird Video, posiblemente el sello con el catálogo de films más insólito e increíble de todos los que existen. Sus películas rara vez son editadas por otros sellos en ningún lugar del mundo, y para más inri, no venden fuera de los States. Si a eso le sumamos que las ediciones suelen ser bastante limitaditas, a veces conseguir alguna edición Something Weird acaba siendo una tarea casi imposible, a menos que alguien viaje directamente a los States y las consiga en la friki-tienda de rigor, o localice milagrosamente alguna en eBay, el Amazon Marketplace y lugares similares. En el caso de los DVDs de Herschell Gordon Lewis, la cosa suele ser un poco más sencilla de lo habitual, ya que hasta en la web de Amazon pueden encontrarse a veces con la típica advertencia de "Only 1 left in stock - Order Soon" y cosas así.



Sin embargo, los esfuerzos por localizar estas obras olvidadas y desenterrarlas suelen dar frutos de lo más satisfactorios. Como todas las películas facturadas por el nunca suficientemente idolatrado Mike Vraney a través de este sello, incluye audiocomentarios de lo más hilarantes a cargo de los propios Lewis y Vraney, que no paran de contar anécdotas de lo más divertidas sobre el rodaje del film, como los problemas con la actriz que era incapaz de hacer el muerto en la piscina, o como el propio origen del guión de la película, que al parecer Donald Stanford escribió pensando en que lo protagonizaran nada menos que Frank Sinatra y Sammy Davis Jr. (ya me explicarán qué papel haría cada cual, a mí es que sólo de imaginarme el guión de A TASTE OF BLOOD encarnado por Sinatra y Davis Jr., pues es que ya me entra la risa). En mitad de la grabación, aparece en el estudio de repente el mítico productor Dave Friedman, que pasaba casualmente por allí, y se pone a comentar la peli con ellos como quien entra en un bar y pregunta cómo va el partido. Por si fuera poco, al de unos minutos se suma también Jimmy Maslon, gurú del sello Shock Video, que al parecer también pasaba por allí, y se convierte aquello en un cachondeo de tres pares de cojones. Adicionalmente, se incluye a modo de extra un corto pleistocénico mudo que lleva por título NIGHTMARE AT ELM MANOR, y que son unos diez minutos de nudie añejo con una jovencita en bolas huyendo de un vampiro en mitad de una mansión abandonada. Un plan de lo más peculiar para cualquier madrugada insomne de esas que todos pasamos delante del televisor, en bata y quizás con una copita de... ¿brandy?


Saturday, March 04, 2006

MIRANDO ESCAPARATES

A veces la vida de quienes somos adictos al DVD es un continuo conflicto entre el conformismo y la paciencia, entre la locura consumista repentina y la serena fuerza de voluntad. No hay más que ver el escaparate de ese templo de la tentación que es Xploitedcinema, que en los últimos días, por motivos incomprensibles, se ha nutrido de novedades a un ritmo absolutamente endiablado, a fuerza de unos seis o siete títulos al día, con ofertas de lo más prometedoras para los rastreadores de italianadas varias y perlas del eurotrash. Como lógicamente estos últimos sujetos no son necesariamente ricachones acaudalados, pues lo que suele acabar pasando es que nos jodemos y tenemos que ir viendo desesperados el constante desfile de films insólitos delante de nuestras narices sin poder recurrir a la tarjeta de crédito tal y como nos gustaría.

De todos modos, entre la reciente hornada de novedades destacan dos esperadísimas películas que, no sé si or suerte o por desgracia, han llegado en ediciones de lo más decepcionantes. Me estoy refiriendo, por un lado, al último capricho catódico hitchcockiano del gran Dario Argento:



Y por otro, a lo último facturado por el nunca suficientemente idolatrado Tinto Brass:



Resulta que tras ponérsele a uno los dientes largos con estos lanzamientos, he aquí que se da cuenta de que el primero de ellos, edición del sello francés Studio Canal, sólo viene doblada al francés y al inglés, sin conservar el audio italiano original, y que para más inri, a tenor de lo que dicen los de la imprescindible web 10k Bullets, el doblaje anglófono debe ser una hez como la copa de un pino, cosa a la que doy total crédito, visto lo que ha ocurrido con otros títulos italianos recientes editados en el País de la Libertad. ¿Qué hacer en estas circunstancias? ¿Liarse la manta la cabeza y pagar la friolera de 20 euros más gastos de envío por una edición que promete ser una mierda, o esperar a Godot con la intuitiva esperanza de que Anchor Bay o Blue Underground acaben sacando alguna versión más aceptable, convenientemente subtitulada?

Tres cuartos de lo mismo pasa con MONAMOUR, editada por el absurdo sello ruso Video Soyuz (también manda huevos el nombre), en zona 5 (me juego los nachos a que nadie que esté leyendo esto ha visto jamás un DVD en esa zona), y que aunque viene en versión original, tan solo lleva subtítulos en ruso. Y hombre, lo de estar viendo a las culonas venecianas del viejo Tinto Brass gritando en la lengua de Mussolini mientras contemplamos estupefactos todo tipo de simbolillos cirílicos incomprensibles, y encima pagando 25 dólares más gastos por la broma, pues como que no. Casi mejor rezarle a Zoroastro para que a los canallas de Cult Epics se les ocurra editar esta también, que si no lo veo jodido...

Total, que al final dos coitus interruptus, y subiendo. En fin, tendré que resarcirme de alguna manera. Me voy al cine, con la dura misión de conducir al Diplomaster a alguna película que desconocerá con total seguridad. Vale que yo soy una persona acostumbrada a correr riesgos, pero a veces al arrastrar contigo a los demás al peligro, te ves invadido por un incómodo sentido de la resonsabilidad.