Wednesday, June 14, 2006

GRANDES MAESTROS DEL TIMO Y DEL EMBUSTE


2. ROBERT VESCO, NUESTRO HOMBRE EN LA HABANA

Aunque parezca mentira, hay gente en el mundo que consigue vivir como en una novela de Graham Greene. Robert Vesco era agente de Wall Street allá por 1960. En 1970, este triunfador de los negocios era ya el máximo accionista del grupo empresarial International Controls Corporation y de varias sociedades de inversión con sedes en Holanda o Suiza. Tres años después, huía de Estados Unidos acusado de un desfalco de 220 millones de dólares, y se pasó más de veinte años gastándose dicha fortuna en sobornar a los jefes de estado de diversos países bananeros latinoamericanos para que no lo entregaran a la justicia estadounidense. Si un incómodo resultado en algún comicio electoral truncaba su suerte, Vesco simplemente cambiaba de país.

La ascensión meteórica de este Genio de la picaresca corporativa empezó cuando se hizo cargo de la mencionada International Controls Corp., que por aquella época apenas era una pequeña empresa financiera de Nueva Jersey. En 1968, por arte de birlibirloque, la compañía era ya propietaria de unas líneas aéreas y de diversas fábricas repartidas por todo el país. Ya por aquel entonces el perfil de Vesco era el del clásico picaro destinado a llevar siempre un reloj y un coche más caros de lo que pudiera permitirse. Era un hombre que cuidaba siempre de su familia y sus allegados, pero al mismo tiempo un ludópata que pasaba muchas horas alternando en casinos y salas de juego. Una auténtico bon vivant al que uno se imagina conduciendo su descapotable bajo las palmeras de Beverly Hills, con ese aspecto anacrónico como de villano de capítulo de Starsky y Hutch. Se dedicaba a jugar al golf, a comprar empresas en quiebra, a fundar otras empresas fantasma con capital inexistente, en fin, este tipo de hobbies tan propios de alguien con su estilo de vida.


En 1970 se juntaron el hambre con las ganas de comer, o lo que es lo mismo, Vesco conoció a Bernard Cornfeld, que era otro de los de dar de comer aparte. Cornfeld era otro playboy aficionado a la buena vida, aunque afincado en Europa. Era turco, aunque provenía de una familia judía de padre rumano y madre rusa, y para más inri pasó casi toda su infancia y juventud en Brooklyn. Un personaje como de película de Guy Ritchie, vaya. Cornfeld había fundado en su día la empresa Investors Overseas Services (IOS), una sociedad de fondos de inversión con sede en Suiza, enfocada a ricachones norteamericanos que quisieran invertir sus ahorros en el extranjero para eludir posibles impuestos. Lo que Cornfeld vendía a sus clientes como "el capitalismo del pueblo". Suena bien, ¿eh? En realidad, la empresa era el típico pufo del sistema piramidal que pagaba a sus inversores con fondos propios de la empresa. De hecho, ni siquiera estaba físicamente en Suiza, ya que sus oficinas principales estaban en Francia. IOS había subido como la espuma, y le había reportado a Cornfeld una fortuna de más de 100 millones de dólares. Sin embargo, a principios de los 70, debido a la crisis económica que afectaba a casi toda Norteamérica, la empresa empezó a irse a pique y las acciones bajaron a toda hostia de 18 a 12 dólares. Cornfeld recurrió a Vesco como posible salvador de empresas en declive, y éste tomó las riendas a su puto albedrío.


El resultado fue que se montó un pifostio que arrastró a la ruina a muchos bancos, entidades financieras y nuevos ricos espabilados: Vesco utilizó unos 500 millones de dólares provinientes de los inversores de IOS para cubrir sus propios chanchullos en International Controls Corp. De hecho, muchos de esos fondos los reasignó a empresas flagrantemente falsas, como una compañía holandesa cuya presunta dirección postal era, irónicamente, la del mismísimo Príncipe Bernardo de los Países Bajos. Cuando en 1973 se descubrió el pastel, Cornfeld acabó enchironado en Suiza, y Vesco huyó a Costa Rica y se pasó dos décadas dando tumbos por diversos países, seleccionándolos en función del clima soleado y de la ausencia de tratados de extradición. En un principio había tratado de untar al mismísimo presidente Nixon contribuyendo a su campaña con generosas aportaciones a través de su hermano, Donald Nixon, pero con el Watergate se levantó la liebre, y Vesco terminó siendo acusado de desfalcar cifras de ocho ceros, y ya de paso, también de tráfico de farlopa.

Desde entonces, Vesco se ha establecido, que se sepa, en Costa Rica, las Bahamas, Nicaragua, y hasta en la muy bizarra nación de Antigua y Barbuda, antes de afincarse definitivamente en la Cuba de Fidel. En Costa Rica, Vesco donó más de dos millones de dólares a la campaña del presidente José Figueres, que llegó incluso a dictar una ley exclusiva para él, que impedía que fuera extraditado. En Nicaragua obtuvo también el favor del gobierno sandinista. Vesco gastó tanta pasta en sobornar a los diversos gobiernos centroamericanos que pasó de aparecer en las páginas de la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo a acabar sobreviviendo en la clandestinidad a base de mover cocaína desde el Trópico hacia los States. Algunas de las propiedades que compró están hoy a la venta como curiosidad exótica, como por ejemplo esta pedazo de modesta casita en la que vivía en Costa Rica, que os podéis comprar si es que estáis buscando una segunda vivienda con más clase que las que se compra la plebe adinerada en Marina D'Or Ciudad de Vacaciones.


En 1982, necesitado de atención médica debido a un problema del tracto urinario, Vesco se trasladó a Cuba, país que no tuvo inconveniente en admitirle como ciudadano aunque sólo sea para joder a los norteamericanos, y que como todo el mundo sabe, dispone de un sistema sanitario notablemente mejor que el de cualquier otro país de Hispanoamérica. Al parecer se casó allí con una cubana, no se sabe si por amor o por mero interés de visados y permisos de residencia. Como era ya residente en el país y a algo se tenía que dedicar, al muy cenutrio no se le ocurrió mejor idea que volver a asociarse con el turbio Donald Nixon, hermano del ex-presidente, en un timo farmacéutico consistente en vender una serie de medicamentos milagrosos que presuntamente curaban el cáncer, el sida y otros males fulminantes. El 31 de mayo de 1995, Nixon, Vesco y su mujer fueron arrestados por las autoridades cubanas. Al primero lo mandaron a los States de una patada en el culo. A Vesco, en cambio, lo condenaron a pasarse trece largos años en el talego. A su edad... Si es que hay algunos que por mucho que se les perdone no escarmientan, coño.

3 Comments:

At 12:53 AM, Anonymous Anonymous said...

todo un personaje este VESCO..

 
At 4:17 AM, Anonymous Patriuska Soloviev said...

El timo lo invento un cubano y el embuste su mujer... jajjajj

 
At 11:27 AM, Anonymous Anonymous said...

I inclination not agree on it. I assume warm-hearted post. Expressly the designation attracted me to be familiar with the whole story.

 

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