Monday, December 26, 2005

FELIZ NAVIDAD...¿O NO?

Ha querido la providencia que la inauguración de este blog coincidiera con la celebración de las siempre felices fiestas de Navidad. Es por ello que este post deberá ser también un poco navideño, por aquello de llevar el sello y la huella de la época en la que se escribió. A la hora de posicionarse respecto al fenómeno navideño, existen dos tendencias mayoritarias: la de aquellos a los que les encanta la Navidad, y se desviven con los regalos, y la iluminación de las calles, y la cabalgata de los Reyes Magos y los turrones y mazapanes; y por otro lado, la de aquellos que odian la Navidad y que cada año se sumen en profundas depresiones y venadas misantrópicas causadas por deleznables comportamientos sociales, como las putas comidas familiares de todos los putos años, las hordas de zombies consumidores que abarrotan las calles con bolsas del Zara y del Corte Inglés, el puto Olentzero que reparte folletos de la perfumería de turno... Yo, por si no ha quedado claro, pertenezco a este segundo grupo. Pero que no se inquiete nadie: no voy a ponerme aquí a narrar mis desvaríos varios sobre cuánto odio la Navidad, o sobre la hipocresía consumista navideña, o sobre esa falsa y artificial sensación de felicidad que se genera a base de decorados y lucecitas, de belenes y árboles de navidad... No, en ningún caso. Para hablar sobre ello ya habrá por ahí otros blogs de jóvenes socialmente comprometidos y de izquierdas que denuncien con más acierto que yo estos lamentables hechos, dado que yo tengo ya una edad casi bíblica para andarme con pataleos de este tipo. Sí que me gustaría, en cambio, hacer hincapié en los orígenes de esta fiesta tan popular, y en si todo esto tiene realmente algún sentido. Porque vale que la gente lleve durante siglos celebrando esta festividad, pero ¿por qué lo hacen? ¿de dónde viene tan singular costumbre? y lo más importante, ¿por qué precisamente este puto día?

El caso es que la otra noche, charlaba yo con el Diplomaster mientras esperábamos al metro, cuando éste último me reveló el absurdo hecho de que en realidad, todo esto del aniversario del nacimiento de Cristo es una falacia, y que en realidad dicho advenimiento, de haber acontecido, ni de coña podría haber sido hace exactamente 2005 años, sino que tendría que haber sido imperativamente o bien unos años después, o bien unos años antes. Y que en realidad, incluso la propia fecha del 25 de diciembre es tan aleatoria y arbitraria como cualquiera que me pueda inventar yo. Escandalizado por este engaño secular al que nos han sometido durante miles de años a todos los ciudadanos de Occidente, me decidí a indagar en estas burdas afirmaciones para ver qué había de cierto en ellas. Porque si tal y como aseveraba mi infiel interlocutor, Cristo no había nacido el 25 de diciembre de hace 2005 años, ¿qué cojones hacíamos tantos millones de personas comprando el jamón y la merluza en salsa precisamente en estas fechas? ¿Se trataba quizás de algún engaño masivo a toda la humanidad por parte de los alienígenas o el Gobierno de los USA?


Pues después de todo, al final va a ser que sí. Estudiemos el caso con atención: al parecer, las primeras fuentes que dan noticia de este hecho tan importante para los seres humanos no mencionan cuándo sucedió exactamente, lo cual ya de por sí resulta de lo más impreciso. Las únicas fuentes fiables (dentro de la fiabilidad que pueda tener un texto de hace dos mil años que documenta fenómenos como los ángeles o la inmaculada concepción, claro) son concretamente el Evangelio de Mateo y el Evangelio de Lucas. El primero describe que en la infancia de Cristo aconteció la famosa masacre de niños por parte del pérfido Herodes, masacre esta de la que Jesús se habría librado, teóricamente, porque sus padres se lo llevaron a Egipto huyendo de tan destructiva furia asesina. Lucas, en cambio, fecha el feliz acontecimiento como contemporáneo a no sé qué coño de censo romano que se llevó a cabo bajo el reinado de Publius Sulpicius Quirinius, a la sazón gobernador romano de Siria. Se ha intentado también fechar el acontecimiento en función de otros sucesos, como la aparición de la Estrella de Belén y demás, pero al parecer los astrónomos más eruditos, como el eminente doctor Jauregi de la Universidad de Ljubljana, Eslovenia, afirman que las posibilidades de llegar a saber de qué coño de astro se trataba realmente y de qué día exacto se vio en el cielo oscilan entre cero y cero coma cero. Por lo cual, son estos dos hechos los que se toman como referencia.



Para mayor descojono, estos dos hechos son a todas luces incompatibles históricamente. Si hemos de hacer caso a los textos de Flavius Josephus, que era un astrónomo judío de hace más años que la parrala, tras la muerte de Herodes aconteció un insólito eclipse lunar, que en opinión de los astrónomos actuales de la NASA sólo pudo tener lugar en el año 4 antes de Cristo, de lo que se deduce que Herodes murío en ese mismo año. Y claro, si Jesús huyó de la masacre de Herodes cuando éste aún estaba vivo, habremos de concluir que en realidad Jesús ya vivía bastante antes, aproximadamente desde el año 6 antes de Cristo. Pero he aquí que si hemos de hacer caso a Lucas y a su relato del censo romano, nos encontramos con que dicho censo no tuvo lugar hasta el año 6 después de Cristo, con lo que Jesús no habría nacido hasta ese año. O sea, que parece bastante obvio que este nacimiento tuvo lugar o bien 6 años antes o bien 6 años después, pero en ningún caso en el año en el que supuestamente sucedió (nótese que el año Cero directamente no existió, dado que en aquella remota época no manejaban conceptos matemáticos tan elevados, como mucho sumas y restas y poco más).


¿Y entonces por qué hostias manejamos este calendario si la mera referencia por la que se rige ya es incorrecta? Pues muy fácil: porque en realidad, este calendario no empezó a utilizarse cuando nació Jesús, por motivos obvios, sino allá por el siglo 6, que fue cuando el gran Dionisius Exiguus decidió utilizar el nacimiento de Cristo como referencia para el calendario, de tal suerte que el muy cenutrio SE EQUIVOCÓ y calculó mal la fecha de la muerte de Herodes, y claro, a partir de ahí todo mal. Yo esto de verdad que no lo entiendo, es decir, no entiendo cómo un señor que se supone que va a tomar una decisión que va a regir los destinos de todo Occidente durante miles de años no ponga un poco más de cuidado en lo que hace. Estoy seguro de que otras religiones y sectas son más rigurosos en sus cálculos históricos. Los cristianos, en cambio, miden su historia mediante criterios de un tío aleatorio que encima se equivocó al hacer la suma, cojones, es que es de chiste. Una cosa es hacer mal un calendario de estos de promoción que te dan en la peluquería. Sin ir más lejos a mí, hace un par de años, en la oficina me regalaron un calendario de Imprenta Guimerá para el 2004 que tenía el mes de enero mal porque se habían equivocado en un día, y claro, el resto de los meses ya todos mal, que también manda huevos que se equivoquen en el primer mes, pero bueno (que por cierto, un amigo me comentó que la misma imprenta había hecho los de su curro y estaba todo el mes de agosto mal, qué absurdo). Pero ya que el monje Dioniso este se equivoque al establecer el calendario que conducirá las vidas de TODA LA CRISTIANDAD, pues a lo mejor es un poco LA GRAN CAGADA. Ya me estoy imaginando al tío: "Anda, si me he equivocao..., bueno, es igual, por seis años...". Claro, es que hace 1.600 años pues no tenían el Excel y estos cálculos los hacían así a manopla, y a lo mejor el monje este, eufórico por su estado de revelación divina, pues cometió un pequeño lapsus en la llevada de la resta y la cagó. Sin embargo, esto no supone impedimento alguno para que las sociedades desarrolladas sigamos celebrando este aniversario ficticio como si tal cosa y bendiciendo los alimentos de la mesa con el ya clásico pareado "el niño Jesús que nació en Belén, que bendiga esta mesa amén".



Y si el cálculo del año en que nació Jesús ya acarrea notables contradicciones, para qué hablar ya del cálculo del día exacto de su nacimiento, que aquí ya si que hay montado un pifostio en el que intervienen catorce mil teorías distintas, y claro, ya ni Dios sabe cuando coño nació. Por ejemplo, hay quienes afirman que la fecha correcta de su advenimiento fue el 25 de noviembre, dado que al parecer Jesús nació durante el período vacacional judío según el calendario juliano. Otros, en el colmo de la herejía, miden la cronología de la vida del Mesías mediante el Calendario Egipcio, según el cual Jesús habría nacido el 20 de mayo, pero luego resulta que algunas corrientes gnósticas, guiándose también por el mismo calendario, sostienen que no, que en realidad la fecha correcta sería el 19 o 20 de abril. Evidentemente, todas estas teorías eran consideradas horriblemente blasfemas por el excelentísimo Clemente de Alejandría, si bien éste a su vez afirmaba que la fecha en cuestión era ¡el 17 de noviembre! (no me preguntéis en qué se basaba para llegar a esta conclusión). Y eso por no hablar de que durante cientos de años, los cristianos estuvieron celebrando esta festividad el día 6 de enero (aún a mediados del siglo IV se celebraba conjuntamente con las Bodas de Caná), y que cuando adoptaron definitivamente el 25 de diciembre como fecha oficial, ya hubo hordas de fieles sirios y armenios que tildaron a los romanos de herejes y de adoradores del sol y de no sé cuántas otras cosas. Y lo cierto es que algo de verdad debía de haber en aquellas acusaciones, porque hoy en día está bastante aceptado que el único motivo para acabar aceptando la festividad del 25 de diciembre fue que al coincidir con el solsticio de invierno, encajaba de puta madre en el calendario festivo romano, dado que ellos ya celebraban anteriormente su festividad pagana ese mismo día, y claro, cuando llegó la moda de los cristianos no tenían más que cambiar una por otra y ya está. Luego evidentemente a lo largo de los siglos la Iglesia ha tratado de justificar esta festividad mediante las más peregrinas teorías, como lo de que los profetas del Antiguo Testamento debían morir en el aniversario de su concepción (Jesus murió en Viernes Santo, por lo que de haber sido concebido en esa misma fecha habría nacido nueve meses después, o sea, en Navidad), o los cálculos absurdos de la Anunciación de San Juan Bautista, la Epifanía y la madre que los parió. Total: que no tienen ni puta idea.



De todo lo cual, se concluye que en realidad los cristianos se están dedicando durante siglos a celebrar un acontecimiento que: A) no se sabe siquiera si sucedió; B) en el hipotético caso de que sucediera, no se sabe cuándo coño fue, por lo que difícilmente podría establecerse un aniversario en condiciones; C) se sabe a ciencia cierta que NO FUE el día concreto que está reconocido como tal; y D) se celebra únicamente porque a los romanos hace dos mil años se les ocurrió que era un día idóneo, dado que coincidía con el solsticio de invierno. Y eso por no hablar de que durante toda su vida viven en el año equivocado de un calendario que para más inri está mal hecho porque hace mil seiscientos años un monje rumano se equivocó al hacer una resta. Con esto, claro está, no quiero disuadir a la gente de comer los polvorones y los turrones, pero por lo menos, si puede ser, convendría desmitificar un poco el jaleo este de la Navidad y dejar de hacer el gilipollas año tras año con el traje de Papá Noel y la boina del Olentzero. Porque seamos serios, esto de la Navidad es una puta mierda en la que uno tiene que preocuparse por comprar miles de regalos, cumplir con miles de compromisos familiares, gastar cientos de euros en comida y presentes, soportar la sempiterna iconografía navideña, aguantar al siempre irritante individuo beodo con el confeti y la botella de cava, los petardos, los fuegos artificiales, el montar y desmontar el nacimiento, el decorar el árbol, el ver la peor programación del mundo en la tele y la peor cartelera en el cine, los putos lunch y cenas de la oficina, las incontables amistades que te venden loterías y rifas de cestas (me cago en las putas cestas de la puta mierda), y otra serie de molestias de lo más incómodas cuya razón de ser es tan absurda que parece increíble que todos los humanos judeocristianos hayamos caído en el timo como pazguatos. Yo por mi parte propongo que nos pasemos todos de golpe al calendario chino o al hebreo, que total seguro que no van a estar peor que el nuestro, y que mandemos el gregoriano a tomar por culo de una puta vez ya. Cojones.


Lamento el tono agresivo y ordinario de este post inaugural, pero es que me ha tocado en un día malo. Descuidad, para el próximo post abreviaré y pondré algo más ligerito, no sé, unas fotos de tías en bolas o un power point de chistes. Probablemente nada de lo que se ha dicho aquí os interesará lo más mínimo a quienes estéis leyendo esto a las ocho y media de la mañana en vuestro puesto de trabajo, así que olvidadlo todo y haced como si no hubiera existido.



4 Comments:

At 1:52 AM, Blogger Risingson Carlos said...

Cristo. Cristo cristo cristo. Esto sí es inaugurar un blog.

Suerte en lo que queda :)

 
At 1:26 PM, Blogger The Big Kahuna said...

Hombre, pues a tenor de lo que pone en las condiciones de uso y tal, ellos no se hacen responsables del contenido que el miembro de Blogger decida meter en la página, si bien especifica que se reservan el derecho de suprimir contenidos que sean de naturaleza ilegal o que violen alguna ley de los Estados Unidos de América. Por el momento, espero no haber violado ninguna. Claro que todo llegará, a su debido tiempo.

 
At 1:52 PM, Blogger Queer Enquirer said...

Jo. Yo lo único que sé es que mi cumple es el 1 de junio, haga el favor de anotarlo. No coincide con ningún solsticio de esos, pero si le sirve, es 28 días antes del Orgullo Gay. Me gusta la última foto que ha puesto.

 
At 1:18 PM, Anonymous Anonymous said...

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