Friday, April 28, 2006

ATENCIÓN PADRES: TEXTOS EXPLÍCITOS


Uno de los episodios más importantes de la historia de la lucha contra la censura fueron las audiencias que tuvieron lugar en 1985, y en las que el Senado de los Estados Unidos, presionado por el PMRC, juzgó el presunto "contenido pornográfico de la música rock". En plena era Reagan, este bizarro comité al que Frank Zappa denominaba maliciosamente "The Wives of the Big Brother", llevó a cabo una investigación cuyo objetivo era el de frenar las recientes tendencias pecaminosas que empezaban a surgir en la música de la juventud estadounidense. El PMRC (Parental Music Resource Center), como bien apuntaba Zappa, estaba formado fundamentalmente por mujeres casadas con diversos miembros del Congreso y del Senado: Tipper Gore (esposa de ese que os estáis imaginando, que por aquel entonces aún era senador), Susan Baker (esposa de James Baker), y Nancy Thurmond (esposa de Strom Thurmond), entre otras personalidades del lobby republicano y ultraconservador de los ochenta. Estas señoras, quizás demasiado aburridas en sus palaciegos ranchos de Tejas, decidieron llenar su tiempo de ocio denunciando una serie de hechos un poquito ficticios, como que el rock era en realidad el culpable de la creciente delincuencia juvenil, y que alentaba la violencia, la drogadicción, el suicidio, y otra serie de costumbres muy poco cristianas. En consecuencia, exigían al Gobierno que estableciera un sistema de censura en lo musical, o si no podía ser, pues por lo menos un sistema de calificaciones morales como el que se usa para el cine. A fecha de hoy, todos sabéis ya que esto fue lo que acabó sucediendo, como bien demuestra la presencia de la célebre Tipper Sticker en muchos de los discos que compráis importados de las Américas (sí, sí, esa pegata omnipresente que reza "Parental Advisory: Explicit Lyrics" y tal).


Según los miembros del PMRC, el motivo por el que la música rock era cada vez más inmoral y sicalíptica era, evidentemente, la decadencia de la figura de la Familia Americana. Debido a la creciente inestabilidad en los núcleos familiares, los niños se veían obligados a buscar sus modelos de conducta en el exterior del hogar, y claro, así salían todos unos rockeros y unos pasotos. Básicamente, viene a ser la misma teoría de las madres del Foro de la Familia que se horrorizan hoy en día ante la llegada del matrimonio homo-gay o del coíto anal en el seno del hogar. Finalmente, y al igual que había sucedido décadas atrás con el código Hays o con el Comics Code, fue la propia industria discográfica la que acabó auto-censurándose, en un intento por guardar las apariencias ante las escandalizadas familias norteamericanas que eran quienes pagaban los discos de sus hijos. Por supuesto, esto no impidió que las discográficas independientes, no adscritas a la todopoderosa RIAA (Recording Industry Association of America), hicieran lo que les saliera del nabo, pero a fin de cuentas eran sellos minoritarios que movían sus productos fuera de los circuítos de distribución mainstream. Las grandes superficies, como Wal-Mart y compañía, directamente prohibieron en sus comercios la venta de discos que no llevaran la pegatina de marras. Lo que pasa siempre, vaya (véase el caso SGAE, para más información).

Durante las investigaciones y las vistas ante el Tribunal, se llamó a declarar como testigos a muchos músicos que se habían opuesto expresamente al Tipper Sticker (llamado así en honor a la mismísima Tipper Gore). Entre ellos estaban Jello Biaffra, John Denver y Dee Snider de Twisted Sister, y cómo no, el singular Frank Zappa. Además de denunciar que las señoras del PMRC se pasaban la Primera Enmienda por el arco del triunfo (al no haber unos criterios morales establecidos para decidir sobre el contenido de las canciones), estos artistas también subrayaron que la censura atentaba sobre todo contra los músicos de raza negra: mientras que a géneros como el blues o el hip-hop se les colgaba la etiquetita casi por defecto, otras corrientes musicales como el country se libraban de la quema, por mucho que sus canciones versaran sobre alcoholismo, divorcios, adulterios o vaqueros de Tennessee que hostiaban a sus mujeres después de una ronda de cervezas. En cualquier caso, todo dio igual, y estas vistas supusieron un antes y un después en la historia de la censura y el entretenimiento. El PMRC legó incluso a publicar su famosa lista de los Filthy Fifteen, las quince canciones que bajó ningún concepto deberían jamás escuchar los hijos de una familia decente. Entre ellas se hallaban hits tan obscenos e impuros como el "She Bop" de Cindy Lauper o el "Dress You Up" de Madonna. Hasta al propio Frank Zappa llegaron a calificarle de pecaminoso todo un álbum, ¡y eso que era instrumental!


Recientemente, a través de los siempre valiosos links del Boing Boing, he dado con la carta original que Frank Zappa envió al PMRC a través de su propio sello Barking Pumpkin, y que algún alma caritativa ha escaneado y ha colgado en Internet. El pack incluye algún documento de gran valor histórico, como el boletín de consejos que el propio PMRC remitía a la ciudadanía incitando a la caza de brujas indiscriminada, o los cuatro folios mecanografiados que el propio Zappa dirigió personalmente al presidente Reagan mostrando su oposición a las descabelladas medidas de presión contra la industria musical. Algunos fragmentos del texto son realmente hilarantes, sobe todo cuando el mordaz músico de Baltimore atca al comité censor con argumentos de lo más ingeniosos:


"Al eliminar todas las referencias al sexo en los productos que consume la gente joven, el PMRC logrará lo contrario a lo que se propone: crear una atmósfera de ignorancia que beneficie al pederasta, no al niño. En una nación donde grupos de presión formados por perturbados luchan por suprimir la educación sexual de los colegios públicos, y en el que los padres saben tan poco sobre sexo que llaman al programa de la Dra. Ruth para preguntar cuestiones anatómicas rudimentarias, sería infinitamente más razonable que estas madres y esposas del comité exigieran al Congreso una absoluta desmitificación del asunto. ¿Nos dirigimos, acaso, a una época en la que el único modo de incluir una descripción de algún comportamiento sexual en la industria del entretenimiento sea contratar a un abogado que se ampare en la Ley de Libertad de Información? ¿Acaso todas las prácticas sexuales que se lleven a cabo en los Estados Unidos deben ser analizadas y aprobadas por la Moral de la Mayoría? Cuando las analizan, ¿se nos permite mirar?"

"El PMRC quiere que las calificaciones se efectúen a partir de la fecha en que la Ley entre en vigor. ¿Que será de todas aquellas grabaciones de la Edad Dorada anterior a la censura? ¿Se convertirán en objetos de coleccionista, o acaso el Gobierno ordenará que sean quemadas en alguna ceremonia pública, en algún lugar de Virginia? Si, tal y como sugieren, escuchar cierto tipo de música puede generar CONDUCTAS NO DESEADAS, entonces cualquiera que haya escuchado discos de los Beatles o los Beach Boys está en peligro, puesto que estos eran los grupos preferidos de Charles Manson. Por otra parte, la influencia de Wagner en personas como Hitler está más que documentada... ¿No debería considerar el PMRC la posibilidad de marcar estas obras clásicas con una "M" de Megalómanos? ¿Qué pasaría si las estadísticas demostraran que los chupatintas con alguna condena judicial tienen especial preferencia por Wayne Newton o Barry Manilow?"


Como complemento a tan revelador documento, esta otra web incluye la transcripción completa del testimonio de Frank Zappa ante el Senado, así como el de los Twisted Sister, que también comparecieron. Por lo que cuentan los expertos, y más allá de su interés estrictamente histórico, la vista estuvo repleta de momentos de lo más humorísticos, como por ejemplo cuando el miembro del PMRC Jeff Ling, para demostrar la naturaleza inequívocamente perversa de la música rock, leyó ante los mismísimos Senadores la letra de la canción "Golden Showers" de The Mentors ("Bend up and smell my anal vapor. Your face is my toilet paper."), para mayor estupefacción de la concurrencia. Estos fragmentos de audio serían posteriormente remezclados por el propio Zappa en su tema "Porn Wars" del álbum "Frank Zappa meets The Mothers of Prevention", para mayor cachondeíto del público.

Quien quiera indagar más en la historia del PMRC y su estrambótica filosofía, puede consultar este bonito artículo escrito por un tal Claude Chastagner, de la Universidad Paul Valery, de Montpellier. En el fondo, tan sólo un episodio más de esta larga saga de auto-censuras y lavados de cara que la industria del espectáculo viene perpetrando en Estados Unidos desde el principio de los tiempos, ya sea en la literatura, el cine, el cómic o la música. Vaticino que lo siguiente va a ser una movida gorda para los contenidos de Internet, pero de las gordas, ya veréis, ya, la que se nos va a venir encima...

Thursday, April 27, 2006

CARTAS AL DIRECTOR


Antes de que existiera esto de los blogs y de que cada cual pudiera publicar las mamarrachadas que se le ocurrieran de forma gratuita, uno de los escasísimos medios que tenía el ideólogo amateur de hacer llegar al público los principios fundamentales de su doctrina era esa sección ubicua en todos los periódicos titulada Cartas al Director. Lo del Director es un decir, claro, porque rara vez recibía uno la atención personalizada del propio Director del rotativo. Pero bueno, el caso es que esta sección solía (y suele) aglutinar todo tipo de cartas enviadas por lectores que, por algún motivo, sentían el impulso de opinar sobre cualquier cuestión de actualidad, ya fuera de ámbito global o particular. Lo mismo valía escribir para quejarse del último crimen de la ETA, del precio de la gasolina, de las pensiones, o directamente de asuntos más de andar por casa, como esa acera mal puesta de Santutxu en la que cualquier día se da uno una hostia, o ese vecino del 2ºD que nos pone la música demasiado alta a horas intempestivas de la madrugada. Da igual, la cosa es dejar en evidencia cualquier injusticia de nuestra sociedad, por insignificante que sea, y sobre todo, que aparezca nuestro nombre en negrita ahí, y que le suene a la gente si es posible.

Ni qué decir tiene que esta presunta libertad de expresión que a uno le brindan desde el púlpito de El Correo o el Deia deja bastante que desear. Si algún lector ha enviado alguna vez una Carta al Director a algún diario de tirada más o menos considerable (reconozcámoslo: todos lo hemos hecho alguna vez, aunque sea con seudónimo), ya habrá comprobado que de lo que él envía a lo que luego se publica media un buen trecho: fragmentos enteros de la carta que desaparecen como por arte de magia, adjetivos reemplazados por otros supuestamente más idoneos, tijeretazos aquí y allá... Cualquier cosa con tal de adaptar las cuatro tonterías que pones a la línea editorial del diario. Y eso en el más que hipotético caso de que el texto que envías llegue realmente a publicarse, porque muchas veces ni eso.


Paralelamente a este último caso, también se da el caso inverso: el de las cartas que NO se envían a periódico alguno, pero que luego SÍ se publican. O por decirlo sin eufemismos: la de las cartas que directamente se inventan los propios empleados de la redacción de los periódicos. Supongo que no soy el único que tiene constancia de casos reales en los que al redactor pringao de turno se le encarga la divertida labor de inventarse diariamente toda la sección de Cartas al Director. Una labor que, más allá de su fraudulenta naturaleza, resulta periodísticamente mucho más interesante que lo de redactar las noticias de sucesos o de deportes, porque uno puede ponerse en la piel del ficticio personaje que escribe las cartas y darles su toque personal, adoptar su estilo literario, etc. Por ejemplo, yo durante una temporada fui adicto a la fascinante sección de Cartas al Director del diario La Razón, y tras múltiples análisis de lo que allí se publicaba, puedo dar fe de que por lo menos parte de aquellas epístolas eran inventadas, porque es imposible que existiera en la vida real una caterva de chalaos semejante. Me estoy refiriendo a la época hardcore del diario de Ansón, cuando aún era Aznar quien gobernaba el destino de los españoles. Aquello era la hostia en verso, se parecía a las cartas aquellas que aparecían en los interludios del Monty Python Flying Circus, firmadas por algún Coronel de las Fuerzas Armadas, algún guardia civil jubilado, alguna señora que mandaba una oración o un rosario, y muchos otros fachas como de tebeo de El Jueves que supuestamente existían en la vida real.

Hoy en día, este tipo de personajes a medio camino entre la realidad y la ficción se dan cita en otro tipo de foros virtuales más acordes a su idiosincrasia. El más famoso, y el que más hits humorísticos por día brinda al lector morboso, es el célebre HazteOír.org, que sin duda todos conoceréis porque su logo ilustra invariablemente las pancartas de las manifestaciones anti-ZP, las del Foro de la Familia, las de la Unidad de España, las de la AVT, y las que haga falta. Como al parecer este tipo de foros tienen un número un tanto reducido de lectores, pues se han sacado de la manga un invento del tebeo para que cualquier ciudadano ofendido pueda mandar sus potenciales Cartas al Director simultáneamente a más de un medio de comunicación. Para ser exactos, a los "120 medios más importantes de España", que van desde los diarios de mayor tirada (El Mundo, El País, etc.), hasta los de quinta regional (La Verdad de Murcia, El Adelantado de Segovia, etc.). La idea del tema es que uno escribe ahí lo que le apetece en una ventana de texto, pulsa Enviar y ya está, acaba de escribir a esos 120 medios. Como mandar un SMS o un e-mail en un foro, vaya. Que sin tan fácil nos lo ponen, no es de extrañar que las redacciones de casi todos los medios del Estado se vean diariamente inundadas de encendidos pregones contra la tregua de ETA, contra los matrimonios gays, o contra la LOE. Hoy mismo, Nacho Escolar se mostraba sorprendido del medio centenar de cartas que llegan diariamente a la redacción de La Voz de Almería mediante este evolucionario sistema, cartas "que hacen que Losantos parezca de centro".


La duda ahora radica en saber si este sistema de distribución de correo, además de spamear a todas las redacciones de periódicos de España, ejerce también algún tipo de control sobre los contenidos que sus usuarios transmiten a través del mismo. Porque a ver si va a acabar la gente usándolo para lo que no es. Por si a alguien se le ocurriera utilizar este bonito artilugio para hacer el mal o lanzar propaganda estalinista de algún tipo, la propia web nos da algunos consejos sobre cómo redactar las Cartas al Director y cómo obtener un mayor impacto en la ciudadanía. Y ya veis, todo para que al final la gente se acabe pensando que lo que finalmente se publica es una cosa como de risa y cachondeo, o en el mejor de los casos, una gran broma de algún redactor con ganas de guasa.

Thursday, April 20, 2006

TE CHUPO LA POLLA POR MIL DÓLARES


Todos aquellos que, como yo, hayáis visto más de quince veces esa obra maestra de la comedia referencial que es EL GRAN LEBOWSKI, ya estaréis acostumbrados a utilizar sus diálogos en muchas situaciones comunes de la vida. Por ejemplo, cuando un colega no cumple algo que te ha prometido, o llega tarde, o se le olvida algo que tenía que traerte, le sueltas eso de "mis muchachos no murieron en Vietnam con la cara en el barro para que ahora tú...", etc. O por ejemplo, cuando en alguna exposición de arte moderno, o en una revista de tendencias, aparece alguna fotografía rara con alguna fémina tristona semidesnuda, no puedes dejar de catalogar la obra como "arte fuertemente vaginal". Es casi inconsciente.

Lo que quizás no te hayas planteado nunca es: ¿qué personaje de EL GRAN LEBOWSKI te gustaría ser? Este bonito test te da la respuesta en un click.


A mí me ha salido, incomprensiblemente, Bunny Lebowski. No sé si el hecho de que me haya salido un personaje cuya frase cliché no es otra que "Te chupo la polla por mil dólares" es o no significativo. Luego te salen ahí unas líneas de código como para que las pongas en tu blog, pero la verdad, yo iba todo orgulloso pensando que me iba a tocar el mismísimo Dude, ese héroe de la modernidad, o como mucho su acaudalado tocayo, y qué va, resulta que me toca esa pedazo de gold-digger profesional aficionada a tomar el sol y pintarse las uñas. Ahora sólo tengo que pensar a ver en qué situación habitual de la vida cotidiana podría yo emplear la frase estrella del personaje, aunque la verdad, casi prefiero no saberlo. Ah, y ante todo, recordad que Brandt no puede mirar. O tiene que pagar cien.

Wednesday, April 19, 2006

PELÍCULAS INCREÍBLEMENTE EXTRAÑAS


4. VENENO (1982)

Antes de que Mamba Negra fuera el nombre en clave de la despiadada asesina de KILL BILL, fue simplemente el nombre de una especie de reptil célebre por su extrema voracidad y por la letal naturaleza de su picadura. No contenta con ser una de las serpientes más rápidas del mundo (se mueve aproximadamente a 20 km./h), su "beso de la muerte" provoca en un humano la muerte casi instantánea por asfixia, dado que el mortal veneno que transmite tiene el efecto de paralizar literalmente los músculos de la respiración. No recuerdo ahora mismo muchas películas que se hayan hecho sobre mambas negras. De hecho, no recuerdo absolutamente ninguna, salvo la que nos ocupa, cuando resulta que se han hecho unas cuantas de anacondas y demás reptiles hijoputas. Hombre, yo reconozco que lo de la anaconda puede ser más vistoso por el tamaño del animal y tal, ya que el género de las monster-movies siempre se ha decantado más por los bichos gigantes que por los pequeños y escurridizos que se ocultan en las sombras. Sin embargo, no podemos negar que estos últimos también tienen su aquel.

VENENO es sin duda una de las películas más inclasificables de la oleada terrorífica ochentera. En plena fiebre del gore, los psycho-killers y los adolescentes eviscerados, aparece esta cinta que, si bien se comercializa como una peli de terror con la serpiente asesina de turno, luego resulta que en realidad es una especie de thriller hawksiano, por no decir que es un western tal y como lo entendería John Carpenter. Tenemos la mansión de una acaudalada familia británica. Por un lado, esta la explosiva criada, nada menos que la mismísima Susan George enseñando pechuga (téngase en cuenta que la George, en su día, era uno de los mitos eróticos principales de los reprimidos ingleses, y también de los españoles, que más de uno se identifica aún hoy con los descerebrados currelas de PERROS DE PAJA que se la comen con los ojos cuando la ven llegar con las bolsas de la compra). Por otro, está el chófer de la familia, nada menos que Oliver Reed con bigote. Y por último, el ilustre Klaus Kinski, que interpreta a un terrorista europeo que habla en inglés como los grandes terroristas que en el cine han sido, es decir, con acento europeo. No llegamos a saber muy bien a qué coño de terrorismo se dedica el susodicho, ni de qué se conocen el chófer y él, pero lo importantes es que estos tres personajes están conchabados para secuestrar al hijo de tan millonaria familia y pedir por el niño un sustancioso rescate.


Vale, hasta aquí bien. Seguimos: dentro de la casa tenemos al niño repelente objeto del secuestro, que resulta que es un gran aficionado a la zoología y a coleccionar bichejos varios en su habitación (lo que viene a confirmar la teoría de Von Churchill sobre los niños protagonistas de películas de los ochenta). Y para rizar el rizo, tenemos al abuelo, un viejo gruñón que casualmente fue explorador en Africa y le cuenta al nieto mil batallitas sobre los peligros de la jungla y demás. Este sosías del Capitán Haddock lo interpretó el célebre Sterling Hayden, en lo que sería su último papel en el cine. Podemos concluir que el reparto no puede ser más freak de lo que ya es, pero qué va: añádase a secundarios británicos de la talla de Michael Gough (secundario clásico de pelis de la Amicus), John Forbes-Robertson (el Dracula de KUNG FU CONTRA LOS 7 VAMPIROS DE ORO) Sarah Miles (la del BLOW-UP de Antonioni) y Edward Hardwicke (el que fuera Watson en la serie de Sherlock Holmes), y ya tenemos el plantel completo.

La peli es un cruce entre la "heist movie" a lo
ASALTO EN LA COMISARÍA DEL DISTRITO 13, y la peli de terror con bicho asesino. El tema va de que el niño ha encargado por correo una culebrilla de estas para añadir a su colección, con tan mala suerte que los de la mensajería justo se equivocan de paquete y le entregan otro que contiene nada menos que una mamba negra que iba destinada a cierto laboratorio profesional de biología o algo así (coño, también es casualidad...). Por supuesto, el pedido le llega al niño justo el día en que los secuestradores pretenden llevar a cabo su maquiavélico plan. La cosa del secuestro se complica porque el abuelo llega a casa antes de tiempo y les pilla, y en medio de la confusión del asunto, todo el plan se desmorona: el chófer, en un arrebato, mata de un escopetazo al bobby pringao que pasaba por allí de casualidad, la policía acordona toda la casa, y los secuestradores se quedan encerrados en la mansión con el niño y el abuelo como rehenes. En el exterior, la policía los tiene acorralados, pero no se atreven a intentar nada por temor a que maten al abuelo y al niño. En el interior, la mamba negra anda suelta, y va atacando uno por uno a los malos, que por supuesto, empiezan a desconfiar cada vez más unos de otros. Mientras que Kinski trata de mantener la calma y la frialdad como un profesional del crimen, Oliver Reed encarna al típico criminal de gatillo fácil que enseguida se pone nervioso y empieza a mandar todo el plan al garete.



En VENENO no hay apenas muertes sangrientas ni escenas explícitas, y las que hay, están expresamente situadas para resultar impactantes por si mismas, como el asesinato del policía que detona el desastre, o la dolorosa muerte de alguno de los personajes vampirizado por el espeluznante reptil. Esto resulta todo un anacronismo en una época en la que el público pedía sobre todo sangre, tripas y asesinatos circenses. En VENENO todo es más sutil, más cercano a ese ambiente británico de las últimas producciones de la Hammer o la Amicus. Parece un film anterior a su época. El guión obviamente es un refrito de varios géneros y arquetipos de personajes, pero el director, Piers Haggard, sabe manejarlo lo suficientemente bien para crear un ambiente de suspense adecuado para la trama, con esas conversaciones a cara cubierta entre Kinski y el negociador de Scotland Yard (el excelente Nicol Williamson), o esos planos subjetivos de la mamba negra antes de pegar el correspondiente mordisco al incauto de turno.

La autoría de la película es otra de las cuestiones polémicas que rodearon la producción. El film fue dirigido por Piers Haggard, veterano realizador de cine y televisión responsable de clásicos de serie B como
BLOOD ON SATAN'S CLAW o EL DIABÓLICO PLAN DEL DR. FU-MANCHU. Sin embargo, en muchas fuentes es el mismísimo Tobe Hooper quien aparece acreditado como responsable. En realidad, el director de LA MATANZA DE TEXAS fue el encargado inicial de rodar la peli, pero fue despedido en la primera semana del rodaje por no sé qué coño de desacuerdo con los productores, y fue Haggard quien tomó las riendas. No es el primer caso en la que ocurre esto en la carrera de Hooper. De hecho, el pobre parece destinado a alcanzar la fama por las pelis que NO dirigió aquel año, como esta, o como POLTERGEIST, que al parecer la tuvo que terminar Spielberg por su cuenta. O por la misma E.T., que Hooper no dirigió por el canto de un duro (concretamente porque le coincidía con el calendario de rodaje de LA CASA DE LOS HORRORES).



Por lo que comenta Haggard en el audiocomentario del DVD americano de la peli, VENENO no obtuvo un gran éxito de taquilla. Lo inadecuado de su campaña publicitaria, y el hecho de no decantarse por un género específico asustó al público y desmotivó a quienes sí la vieron a la hora de elogiarla entre sus amistades. Los actores van pasadísimos de rosca (al parecer un reflejo de las turbulentas vidas de excesos y delirios que llevaban tanto Kinski como Reed), y el reclamo del bicho asesino no fue suficiente para un producto que tenía que competir contra otros films estadounidenses más prometedores. Irónicamente, la propia POLTERGEIST desbancó a VENENO, aunque Hooper no tuviera mucho que rascar en ninguna de las dos. A los actores les supuso un simple paso más en su carrera de eternos secundarios, aunque por ejemplo a Oliver Reed enseguida le llamaron para participar en otra olvidada snakexploitation titulada SPASMS, junto a Peter Fonda.

Es de agradecer que el sello Blue Underground, gestionado por el siempre atento
Bill Lustig, se dignara a recuperar esta peli en una estupenda edición remasterizada en DVD en zona 0, que incluye, junto con los trailers, filmografías y galerías habituales, el audiocomentario con el propio Haggard, que explica múltiples pormenores del rodaje. Tanto la calidad de la imagen como la del audio son de lo más estimable. En España, que yo sepa, esto no se ha editado por ninguna parte, aunque me consta que en su día sí que se editó en VHS, por lo que no sería extraño que a alguna distribuidora de estas que sacan pelis a tres euros de venta exclusiva en el Carrefour y demás superficies le hubiera dado por comercializarla. Por el eMule o el Torrent no sé si circula, prueben ustedes mismos. Al fin y al cabo, no todos los días tiene uno la oportunidad de ver un añejo euro-thriller de secuestros con una culebra asesina de por medio.


Wednesday, April 12, 2006

V DE ZAPATERO



"He visto V de Vendetta, y me ha parecido una auténtica basura. Antes de entrar en la sala, de la película solo conocía el argumento: en un futuro no muy lejano, un misterioso héroe enmascarado lucha contra un sanguinario dictador que gobierna Inglaterra. Y la película va de eso, pero es un panfleto de propaganda progre al más puro estilo ZP: antes de llegar al poder, el dictador se presenta ante sus votantes como un hombre "conservador y de sólidas creencias religiosas"; aparecen tambien un malvado obispo que se dedica a violar niñas con la complicidad de las autoridades de la dictadura que son las que le llevan las niñas a su alcoba, una idílica relación lesbiánica con beso de tornillo incluido.... (...) Eso sí, no he podido evitar la risa cuando se ha sabido que el dictador había ganado arrolladoramente las últimas elecciones permitidas aprovechando la agitación y el miedo provocados por dos grandes atentados de terrorismo biológico que en realidad había cometido él mismo y de los que se culpó oficialmente a terroristas islamistas.(...) Me abstengo de hacer más comentarios al respecto..... Totalmente prescindible. Aunque si os gusta la casquería, podreis disfrutar viendo al protagonista abriendo a la gente en canal y cortando cuellos a cámara lenta "para restaurar la libertad". Por no hablar de su afición a solucionar las cosas poniendo bombas...."

Lo que acabáis de leer no es sino un fragmento de una crítica cinematográfica realizada desde una óptica un tanto particular. La publicó un individuo cuyo nombre ignoro en los foros de esa humorística web de centro-derecha llamada HazteOír.org, y yo llegué a ella gracias a la minuciosa labor documentalista de ese gran invertido y mejor persona que responde al nombre de Littlebab. Dejando a un lado las ficticias conexiones de la obra con las presuntas conspiraciones del gobierno de Zapatero, lo cierto es que no es de extrañar que en este tipo de círculos ideológicos la película haya levantado ampollas, y más en los tiempos que corren. Si ya en los tiempos pre-11-S resultaba insólito que un gran estudio norteamericano pudiera tener los cojones de financiar algo como EL CLUB DE LA LUCHA (probablemente los propios productores no entendieron muy bien de qué trataba y decidieron hacerla porque salía Brad Pitt), ya en tiempos posteriores al célebre zambombazo resulta aún más inverosimil que Hollywood pueda facturar una peli que tiene como héroe a un terrorista anarquista que se dedica a volar por los aires el Parlamento Británico y a asesinar a figuras clave de los medios de comunicación con total impunidad. No se trata de que pueda malinterpretarse la película como una reivindicación de la belleza de este tipo de acciones terroristas contra estados totalitarios, sino de que no hay nada que malinterpretar, porque la película es exactamente eso.



¿Era realmente esa la intención de los autores? Ni los Wachowski ni James McTeigue son precisamente ideólogos anarquistas. Alan Moore, al autor del cómic original, sí lo es. O así lo declara al menos en esta reciente entrevista: "Lo que yo intenté fue coger estos dos extremos del panorama humano y político [el fascismo y el anarquismo], y enfrentarlos uno contra el otro en una especie de drama moral. Es cierto, sí, políticamente me considero un anarquista, pero no quería ceñirme sólo a tipos que fueran moralmente blancos o negros. Quería que algunos de los fascistas que retrataba fueran auténticos personajes redondos, que tuvieran razones para hacer lo que hacen. No tenían por qué ser nazis de caricatura". Y además de anarquista, Moore ha sido, posiblemente, profeta, al crear, allá por los ochenta, toda una serie de magnicidios y atentados terroristas contra símbolos del poder, y dotándolos del mismo significado estético y metafórico que los activistas islámicos atribuirían quince años después a la célebre Caída de las Torres (imagen emblemática donde las haya para el inicio del siglo XXI). No deja de resultar inquietante que una obra británica que nació como reflejo orwelliano de la era Thatcher pueda acabar cargándose de significado al ser retomada mucho tiempo después en otro contexto sociopolítico diferente. El propio Chuck Palahniuk reconocía que si hubiera escrito EL CLUB DE LA LUCHA unos años después ni siquiera habría podido publicarlo, aunque las implicaciones ideológicas fueran las mismas. Puede que el cómic sea un medio menos controlado, y que en la época en que DC publicó V DE VENDETTA la excusa futurista y como de ciencia-ficción pudiera colar como un mero divertimento fantástico. En otras palabras, que nadie en la industria consideró que Moore estuviera hablando sobre sus contemporáneos. Como dice el propio V en la película, los artistas son personas que mienten para decir la verdad, mientras que los políticos mienten para ocultarla.

Hay que reconocer que lo que se veía venir por los trailers y los comentarios daba muy mala espina. Las adaptaciones de los comics de Moore a la gran pantalla hasta el momento no habían sido precisamente brillantes. FROM HELL era una simplificación extrema del complejísimo volumen original, que acababa siendo un thriller gótico eficaz pero decepcionante para los lectores del tebeo. Lo de LA LIGA DE LOS HOMBRES EXTRAORDINARIOS ya ni lo menciono, porque no tiene ni nombre. V DE VENDETTA, en cambio, es posiblemente la mejor adaptación de la obra de Moore que podía hacerse. Donde parecía que íbamos a ver una simple película de acción con efectos especiales, nos encontramos con una opresiva y oscura metáfora social en la que apenas hay acción, y cuyos diálogos y personajes evocan a Gaston Leroux, Dickens, Orwell, K. Dick y demás creadores de distopías universales. Hay momentos realmente sobrecogedores, como ese montaje intercalado con la simbólica caída de las piezas de dominó, o los momentos más íntimos de la relación entre Evey y V. Los actores, casi todos ingleses, están estupendamente escogidos, no sólo por sus dotes artísticas sino por sus personajes anteriores: Natalie Portman como angelical discípula del terrorista (ya lo fue en LEÓN, salvando las distancias), John Hurt como una especie de Big Brother hitleriano (tras haber interpretado a Winston Smith en la adaptación de 1984), Stephen Fry en un papel que podría haber sido el del Oscar Wilde de FROM HELL (o el del Wilde que el propio Fry interpretó en el cine), Stephen Rea repitiendo el mismo papel que hiciera en la excelente CITIZEN X, y la voz de un Hugo Weaving post-agente Smith que, para quienes habitamos en ciudades de provincias, lo mismo podía haber sido la de Antonio Resines porque de todos modos sólo podemos verla doblada. Para mayores referencias fotográficas sobre lo acertado del casting, véase el último post de la señorita Ingram.



Puede que la relativa sencillez narrativa del cómic original (en comparación con los laberínticos universos multirreferenciales de FROM HELL o de los Extraordinary Gentlemen) haga de V DE VENDETTA una obra más proclive a ser adaptada al lenguaje cinematográfico sin necesidad de desvirtuar el modelo original. Sin embargo, su explosiva carga política parecía convertirla en veneno para la industria del entretenimiento. Visto lo inesperado de los resultados, resulta incomprensible la decisión de Alan Moore de retirar su nombre de los títulos de crédito, así como de renunciar a la pasta que se embolsaría en concepto de derechos de autor. Por las declaraciones vertidas en la entrevista anterior, yo ya empiezo a ver a este tío como un nuevo Hitchcock en su senectud, cuando renegaba de la mitad de sus películas, y soltaba boutades como que VERTIGO era tan solo un film comercial para cubrir gastos. Es muy respetable la decisión de Moore de no querer tener nada que ver con la industria del cine, pero no deja de resultar irónico que la película que ha motivado toda su polémica con DC haya acabado siendo el mejor reflejo cinematográfico del mensaje de su obra. Retirado en su torre de marfil de Northampton en plan ermitaño loco, con sus greñas y sus barbas, sus continuas disputas con todas las multinacionales que comercian con sus obras, y sus prácticas de magia y ocultismo, este tío va camino de ser un auténtico Kubrick del noveno arte. O quizás es que, como él mismo dice en sus diálogos de V DE VENDETTA, "cuando llevas una máscara demasiado tiempo terminas por olvidar lo que hay debajo".

Monday, April 03, 2006

NIPONANISMOS (I)

¿Sabéis donde se compran los DVDs en Japón? Sí, vale, puede uno ir a Virgin o a Tower Records, pero no tiene ninguna gracia, porque viene a ser como ir a la FNAC. Sin embargo, hay otros lugares paradisíacos para el turista pajero que los oriundos llaman Electric Towns. Se trata de calles o distritos de las grandes ciudades en los que se concentran literalmente cientos de tiendas y comercios dedicados a la venta de chismes tecnológicos, desde reproductores de MP3 hasta televisores, pasando por cámaras digitales, teléfonos móviles o memorias USB. Un poco como esos bazares que tenemos aquí, repletos de carteles de Hitachi o de Samsung, pero con la mercancía a pie de calle y charlatanes japoneses aullando sus ofertas con altavoces a todos los transeuntes. Un sitio más parecido al mercadillo de Estepona o al rastro de Madrid que a los bazares con señores trajeados tipo Laucirica o Bermúdez en los que compramos nosotros, pero eso sí, con aparatos electrónicos totalmente pioneros que en España no los hemos visto ni en foto. En este tipo de lugares, como la inabarcable Akihabara de Tokio, o la llamada Dem-Dem Electric Town de Osaka, abundan, además de los bazares, una serie de tiendas con el cartel de "CD/DVD", que son, como su propio nombre indica, tiendas de DVDs y Video CDs, pero un poco distintas a lo que nosotros conocemos. Por muchas tiendas de estas en las que uno se adentre, siempre siguen más o menos el mismo modelo: una pequeña estantería con películas usadas de saldo (como en cualquier establecimiento tipo Boom Video o similares); otra pequeña estantería con películas infantiles de Disney y similares; y luego, justo al lado de las anteriores, las porno. En realidad, las pelis porno ocupan el 90% del espacio de estos locales, exceptuando las dos estanterías mencionadas, que suelen estar situadas cerquita de la entrada como para despistar.


Teniendo en cuenta la enorme cantidad de este tipo de locales que hay en estos barrios, y la ingente variedad de títulos pornográficos disponibles, uno diría que el japonés medio es uno de los ciudadanos que más pornografía consume del planeta. Todos los DVDs guarros que uno puede encontrar en el país del Sol Naciente son, sorprendentemente, de producción local. Es casi imposible encontrar allí un DVD de Private o de la Vivid Video, no sé si por algún motivo legal o porque no hay mercado para ellos. Las estanterías de estas tiendas, sumadas a las de los quioscos y librerías de todas las galerías comerciales, son escaparates interminables abarrotados de imágenes de tentadoras lolitas de ojos rasgados que te sonríen desde la revista, la carátula o el sobre de trading cards invitándote a salivar frenéticamente sobre el mostrador. Quizás lo más parecido que conozco a este tipo de tiendas son las que están repartidas por la Octava Avenida de Nueva York, a lo largo de casi quince manzanas. Salvo por el hecho, claro está, de que en Japón no hablamos precisamente de quince manzanas, sino de barrios y distritos enteros.

El hecho de que los japoneses hayan encontrado en las Electric Towns su lugar natural para comerciar con los reclamos sexuales no es casual. El sex-shop más grande que quien esto suscribe ha pisado jamás no se encuentra en Atocha ni en la calle Montera, sino en la Electric Town de Akihabara, Tokio. Se trata de un mastodóntico edificio de seis plantas, sótano incluido, en la que se expenden todo tipo de publicaciones, DVDs y artilugios sexuales de la más variada condición, dividido en secciones y en parafilias, como si fuera el Corte Inglés. Uno casi espera oír la voz femenina de turno por los altavoces: "Quinta planta: sadomaso, bondage, lolitas y fist-fucking". Había hasta cestitas de estas como las del Eroski para ir llenándolas de todo lo que quisieras antes de pasar por caja. Curiosamente, las primeras estanterías de la entrada no mostraban ningún tipo de perversión, sino un uniforme de Darth Vader y una vitrina llena de merchandising y action figures de Godzilla, Spiderman y otros motivos para frikis. Como he dicho antes, algo como para despistar, porque al menos yo entré allí atraido por aquel imponente casco de Darth Vader, y una vez dentro ya descubrí de qué iba realmente el asunto.



La idea principal de todo esto reside en el hecho de que, para el japonés medio, el cliente potencial de los caprichitos tecnológicos de última generación y el las películas porno vienen a ser el mismo. Ambas cosas son casi indisociables dentro de un perfil que podríamos llamar el friki pajero absoluto. Seguro que todos conocéis a más de uno, si es que no lo sois vosotros mismos: se trata de ese individuo sudoroso, con los pelos revueltos, vaqueros y camiseta vieja, que se pasa todo el puto día encerrado en casa jugando al ordenador, bajándose series de TV de la mula, en pequeños habitáculos sobrecalentados hasta el infinito por la acción de los PCs inapagables, la televisión y los flexos. Ese al que siempre llamas cuando no te funciona el ordenador y no te atreves a meterle el destornillador por tu cuenta y riesgo. Un individuo con una vida propia tanto en lo físico como en lo mental, un hikikomori de occidente.


¿Existe, pues, un vínculo entre sexo y tecnología? En Japón, parece obvio que sí. El estereotipo del otaku descrito en el párrafo anterior es el prototipo de individuo japonés por antonomasia. En Occidente, los otakus no son productos de nuestra cultura, si bien el nexo entre la tecnología y el calentón genital se vive de otra manera. Ahí están, por poner un ejemplo, esas ferias del automóvil repletas de tías buenísimas con uniformes que muestran más que esconden; esas películas facturadas siguiendo la fórmula "coches rápidos + tías jamonas"; esas "revistas masculinas" (probablemente el único formato periodístico que supera en idiotez y vacuidad al de las "revistas femeninas" tipo Cosmopolitan o Ragazza), que alternan reportajes fotográficos de módelos de Photoshop con artículos sobre Audis o BMWs; o incluso ese infraser que llega al discotecón de chunta-chunta a las cuatro de la madrugada en un cochazo descapotable, rodeado de dos o tres suripantas voraces a las que debe convidar a cubatas y farlopa. En otras palabras, el coche como proyección de nuestro pene, como mera extensión o apéndice de nuestro cuerpo, con el que vamos a cualquier parte como unos señores. Y en consecuencia, el desarrollo de esa idea comercial de que al que le vendes el cochazo, también le vas a vender la peli de tías buenas con pinta de putones de after. Del mismo modo que al geek sudado del destornillador le vendes la colección de hentais o los vídeos de lolitas niponas adolescentes.

Por lo que a mí respecta, yo no sé casi ni conducir, la mera idea de ponerme al volante de un turismo dispara mi nerviosismo hasta extremos increíbles, y mi interés por el mundo del motor es totalmente nulo. En lo concerniente a cachivaches tecnológicos, tampoco tengo ni la más mínima puta idea, ni estoy al día de cuántos turbogigas tiene el último aparato de Sony, ni tengo ipods ni palms ni móviles con cámara de fotos. De lo cual podría deducirse que soy un hombre que no reflejo un gran impulso sexual. O eso, o es que directamente soy un invertido o un raro. Sin embargo, he de confesar que a nivel iconográfico, el fetichismo de la tecnología y las mujeres me pone especialmente erecto. Mi última obsesión es esta delicia adictiva de la "japanese idol" Reon Kadena y su ipod, que han tenido a bien (o a mal) descubrirme los siempre sorprendentes responsables de Crazy Japan. El clip de esta chica y su ipod juguetón presenta una simbiosis perfecta entre los dos elementos japonanistas más emblemáticos: por un lado, la tecnología digital avanzada, y por otro, la lolita japonesa "barely legal", obsesión inevitable de los treintañeros solteros que contamos con una educación sexual de lo más deficiente (y que quizás por ello, aún admiramos a esas niñas del instituto con uniforme de colegiala pero con dos pedazo de tetas).



Reon Kadena, también conocida como Leon Kadena y Minamo Kusano, es una de las cientos de pin-ups niponas más bellas de nuestra era, parte de un fenómeno que en Japón tiene literalmente millones de seguidores compulsivos. Lo mismo da que haga películas, photobooks, vídeos musicales, o simplemente que salga en bolas en Internet. Al igual que aquí, aquí y aquí. Lo importante es contemplar a esta fémina aparentemente risueña, que proyecta esa imagen de ingenuidad adolescente que hace que desenterremos nuestra conciencia de viejo verde, nuestra lascivia inmediata del adolescente que, para qué engañarnos, aún llevamos dentro. Por algún motivo, uno siempre acaba sintiéndose más fascinado por el encanto que despliegan las muestras de erotismo de aquellas sociedades en las que la represión sexual es mayor. La japofilia, por así llamarla, es la obsesión sexual casi inherente al friki pajero absoluto, capaz de sobreponerse a todo lo que ésta conlleva. Incluso a esos incómodos mosaicos digitales que surgen a veces de la nada donde debería haber un coño.